jueves, 14 de abril de 2016

EL ARTE DE GOBERNAR UN PAÍS


     El arte de gobernar un país -su gobernanza- consiste en mantener equilibradas tres fuerzas que se necesitan mutuamente: las instituciones oficiales, la sociedad civil y la economía.
     Si los organismos oficiales  asumen excesivas competencias aumenta la burocracia institucional, se acrecienta la presión tributaria, disminuye la inversión productiva  y se resiente el sistema económico. Como secuela aumenta la economía sumergida, crece el fraude,  surgen los recortes sobrevenidos  o impuestos, se fomentan las desigualdades,  se genera la política  de los subsidios, el país se empobrece... La pobreza generalizada lleva a la decadencia y ésta a la ruina.
      España está en una situación crítica y crónica desde hace ya algún tiempo. Para salir de esta fase se necesita  ese equilibrio que nuestros gobernantes  no han sabido mantener.
      Nos sobra una macrocefalia burocrática derivada de una división autonómica pródiga en parlamentos, en leyes, en organismos y en funcionarios. Como consecuencia, una población que se resta a la que podría dedicarse a una economía productiva.
     Somos un  país que tiene paralizada la investigación, la inventiva, por falta de ayudas; un país donde cunde el desánimo creador en beneficio del ocio improductivo con tal de ir tirando. Esto hace que el régimen tributario castigue cada día más a quienes proporcionalmente más aportan.
      Al final el país ¿quién lo mantiene, de qué vive? De un sector turístico y de los cascabeles  y celebraciones que lo acompañan. España es una fiesta. De otro sector tradicionalmente entregado a la agricultura, a la ganadería, a la pesca, ciertamente inestable  por estar  sometido a oscilaciones diversas pese a estar ayudado desde Europa. Nos queda el sector industrial llamado a vivir en un clima inhóspito, bajo el cual los promotores de la media y pequeña industria no se arriesgan y tienen sus razones.
      ¿Qué es lo que falla? La política, el arte de gobernar un país. ¿Y qué nos sobra? El  cada día más nutrido número  de pícaros y granujas muy dados a vivir del submundo corrompido  en perjuicio de todos.
      En suma, ¿qué necesitamos? Educación en un sistema de valores asumidos y no impuestos. Nos falta una buena escuela.





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