martes, 13 de enero de 2015

LA ESTABILIDAD NO VENDE; LA NOVEDAD, SÍ.

     La mayor parte de los políticos no quieren darse cuenta de que llevar a buen puerto a su partido es una empresa. En su limitado horizonte (y conste que las limitaciones de los políticos  están por encima de la media, - ya diré por qué-) no conciben que se llame  empresa (primera acepción del diccionario de la RAE), a toda "acción o tarea que entraña dificultad y cuya ejecución requiere decisión y esfuerzo". Y algo más: requiere ingenio.
     ¿Que quiero decir? Muy sencillo: en los partidos políticos, cuando están muy asentados, se impone la ley del mínimo esfuerzo.
     Por ejemplo: ofrecer estabilidad en un país donde -a pesar de la crisis- estamos viviendo los recortes y carencias impuestos sin que se mueva un  papel, con la docilidad de un pastor alemán, no tiene sentido. Las multitudes votantes, piden aquello que les falta, no lo que ya tienen. Las gentes no se acuerdan de la buena salud hasta que la pierden.
    Por ejemplo, ahora quieren hacer buenos negocios y ganar buenos sueldos, como en tiempos de la burbuja inmobiliaria. Ya sabemos que ciertos partidos a eso le llaman justicia social, lo cual en lectura meditada supondría que si somos pobres, vamos a repartir el trabajo y la pobreza (quizás como en Cuba); pero en lecturas rápidas, equivale a pensar que todos vamos vivir como en Suecia sin darnos cuenta de que, para eso, lo primero que hace falta es tener suecos que llenen las calles de la nación y los  puestos de responsabilidad y trabajo. Y en España, como suecos hay muy pocos, vivir como ellos es imposible.
    La empresa, por tanto, si es imaginativa, (con  la mirada puesta en promesas incumplidas), tiene que ofrecer algo sugestivo, capaz de cautivar a las masas. Y la estabilidad, señores, hoy por hoy, no vende.
    Seamos prácticos: ¿Por qué las personas con iniciativa y talento, hombres y mujeres tenaces y con imaginación, detestan  y no quieren desempeñar el oficio de políticos? Porque no pueden formar un buen equipo por falta de gente preparada, aunque algunos piensen de buena fe en todo lo contrario. El partido que resuelva esa ecuación terminará dominando en la palestra política nacional (insisto: si cuenta con un buen dirigente y acierta a formar un buen equipo).
    No es el  caso de "Podemos" y  bien que lo siento.
   

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