Hoy (27/03/2019) pararé mi atención en Vitoria, capital de Álava, mi residencia. Es una ciudad en marcha que resultó muy afectada por el desmontaje industrial realizado a lo largo de una crisis; las causas concretas, por conocidas, no están analizadas con sentido socio-económico, sin olvidar penas ni amores.
No me siento capacitado para esta tarea. pero por si de algo sirven mis polvorientos recuerdos -que interpreto a mi gusto y estilo- ahí van: les aseguro que me quito un peso de encima. En fin... empezaré sin mas recatos...
Vitoria parece una ciudad dormida. No se mueve. Apenas crece. Y si no se vacía, es al parece por la inmigración que busca subsidios mejor que trabajo.
Estamos viviendo horas bajas. Nos visitan muchos, y no es una moda, para subsistir. Sucede que nos repetimos demasiado con nuestras atracciones turísticas cuando, visto lo visto, lo repetido aburre. El turista quiere protagonismo: no es lo mismo correr entre los toros que verlos cómo huyen contigo por miedo al ser humano que lo chulea. Su actuación llena de encantos el escenario. Su relato les parecerá novelesco. Y no por lo narrado.
Claro que hay visitantes en el Museo del Prado en Madrid y en el acueducto de Segovia; lo mismo puede decirse de otros atractivos. Pero no pueden compararse con los concurrentes a las playas o a ciertos bailes con derecho a roce. O a una tomatada.
No hay por qué aclarar lo que está claro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario