viernes, 8 de marzo de 2019

FEMINISMO ELECTORAL

     No sé por qué se empeñan algunos en predicarnos -los dogmáticos han dado un corte de mangas a la iglesia para pasarse a la política- que el hombre y la mujer son iguales y por tanto tienen los mismos derechos. Está a la vista que ambos se parecen en parte, pero sin anular las diferencias.
     La interpretación dogmática de la verdad, si cuela es porque conviene al macho ganarse el voto de los y las feministas. Y ahí se paran: todo lo demás es espejismo, literatura teatro.
     Yo creo -sin llegar al dogmatismo- que la mujer está mejor dotada que el hombre para la política, siempre y cuando no entre en juego la fe ciega, ni la tiranía, ni el dogma; siempre y cuando su objetivo, el de la mujer, sirva para ampliar la convivencia del género humano.
     La mentira siempre se delata sola. El sentimiento machista  de todos los que exaltan la valía de  la mujer, la posponen en sus pedantes parloteos, más vulgares que la roña escrita. Dicen siempre, "los vascos  y las vascas" o "los catalanes y las catalanas", etc. etc., allí donde el viejo señorío de nuestros abuelos diría "damas y caballeros" por este orden y sin artículos.
     La mujer y el hombre están ahí, creados o no por la divina gracia, para dar vida a nuevos seres humanos y, en consecuencia, están llamados a unirse para completar las tareas necesarias tanto generativas como vitales.  La muerte forzada -la guerra es -por lo general- cosa  de hombres.
     Por eso creo y proclamo la superioridad de ellas, salvo excepciones que confirman la ley.
   

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