A medida que uno se hace viejo, y va perdiendo facultades, necesita valerse de ayudas secundarias. Entonces, en ese preciso momento, valora como es debido el poder de la verdad.
Particularmente, paso a paso, te despides de la mentira -valor positivo en la niñez- porque a ciertas edades no engañas a nadie. Por mi parte, empecé a usar el bastón a los setenta años y ahora -con veintiséis más en cada remo- me valgo del taca-taca. Esa es mi verdad y mi poder. Muy reducido.
He presenciado desde mi poltrona acolchada y gracias a la "tele" a trancas y barrancas, la escena de un interrogatorio judicial cuyo contenido no hace al caso. El interrogado de turno estaba advertido: si su testimonio no respondiera a la verdad sería anulado y motivo de sanción contra el mentiroso.
- No contestaré a ciertas preguntas, sostuvo el aludido.
- Entonces no vale como testigo. Puede irse.
He abreviado la escena, pero no he mentido. He querido poner de manifiesto el poder de la verdad: muy grande cuando desplaza a la mentira; nulo o muy débil cuando ésta puede sobre la verdad.
El político charlatán miente a la fuerza y hasta es capaz de falsear una tesis doctoral. Usa el taca taca intelectual y quiere escenificar todo lo contrario.
Sólo si se descubre la mentira el poder se irá al carajo.
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