viernes, 8 de febrero de 2019

EL DECLIVE Y... PUNTO Y APARTE

     Cada uno es muy libre a la hora de elegir el destino de su voto. Empiezo por pensar y decir que el género humano, cualquiera que sea su sexo y convicción, va bien servido si confía en las promesas y consejos de los políticos forjados al calor de las necesidades ajenas.
      El voto es un camelo. Y digo el porqué. En principio por ser limitativo. Es como si a uno, con dolor de muelas,  le dieran a elegir para aliviarlo entre un picapedrero y un capador. Para dar con un buen gobernante hay que poner en juego todo un complejo sistema de medidas, que no están al alcance de las masas. ¿Ustedes ven cómo se elige a buen  futbolista?
      Párense a meditar. Puede suceder que hasta la ciencia llegue a pervertirse. ¡No digo nada si en la oferta entra en juego la influencia  de la estética, del buen parecer!.¡Nada más manejable que los o las que quieren lucir teta si no la tienen!, dicho sea con todos los respetos.
      Los políticos, como pasa con los deportistas, pueden existir a barullo, si bien para darles categoría y cancha, habría n de recurrir a la  rigurosa  oposición y  a cuatro años de prácticas antes de darles el título.
      Este hábito virtuoso nos llevaría a tener muchos menos políticos, eficaces, bien pagados y rodeados por las correspondientes cuadrillas de árbitros, silbo en boca, para pitar las faltas antes de que termine partido. Naturalmente con poder para sacar de escena al quebranta normas.
     Lo que estamos viendo y viviendo es una democracia de pacotilla. ¡Con lo cara que resulta!

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