jueves, 21 de febrero de 2019

A CARA DE PERRO

     Los españoles -incluidos catalanes y vascos- tienen al alcance de la mano discursos de doble estilo: el diplomático impuesto por el poder judicial para medir el índice de rebeldía -si existiere- de los jerifes de turno del poder catalán "genuino", al proclamarse independientes y soberanos; y el estilo a cara de perro, mantenido en su jurisdicción legislativa por los cabecillas de  distintos partidos políticos dispuestos a dar mal ejemplo para ganar votos.
     Uno estaba queriendo documentarse -por vías digitales- para medir con acierto la capacidad efectiva del dinero con su poder sin fronteras, y al comparar  estilos y maneras se cae de bruces. ¿Cómo es posible que un país lleno de necesidades anden sus políticos a la greña, teniendo a mano la finura de la diplomacia como ejemplo?
     Sin  darnos cuenta -está comprobado- que un lote de rentables empresas españolas ha encontrado asiento en distintos países extranjeros donde crean trabajo y un buen pasar para propios y extraños,
porque en España mucho bla-bla pero la capa no aparece.
      Son españoles que huyen para vivir sin más riesgos que los normales; que escapan de la inutilidad y de una creciente deuda que la cargan los "políticos" sobre los que más sufren.
       Eso sí, voceando todo lo contrario.   
   

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