miércoles, 10 de octubre de 2018

PARA CUATRO DÍAS QUE ME QUEDAN (4)

      Si repasase cualquiera  lo que ayer expuse entenderá que en el comportamiento de las personas in fluyen los hábitos y maneras de sus antepasados.
     En esta forma de proceder influyen muchos factores y, entre ellos, el clima. Y en la celtibérica Hispania el surtido climático da pie a muy distintas respuestas por parte de sus habitantes. En suma, los españoles terminan por heredar modos y maneras, según zonas, con las que el poder subsistir y cada uno entiende que lo mejor es imitar a un grupo mayoritario para no perecer.
     Sobre esta base se instalan los políticos (y muchas religiones o sucedáneos al uso) para aumentar su poder, sin regatear el abuso del mismo. Y ahí es donde surge y se impone la corrupción que se extiende y aplica por toda suerte de políticos allí donde entienden que su proceder abusivo  se puede disfrazar con un manto de nobleza.
     Los abusos de la última dictadura ya fueron descalificados y -por lo que se ve- tenemos para rato. Pero el poder ciega  a muchos de los que nos dominan en nombre de la sagrada democracia, o de la patria chica a costa de la patria  grande, o de los derechos humanos con olvido de los deberes del mismo signo, etc,etc.
    ¿Cuándo empezó la descomposición del poderío llamado democrático en España? ¿Como empezó?
     El mismo día en que alguien, con poder efectivo y deseo de mantenerlo,  dió la orden: antes de acabar el año, con la ley en la mano libremente interpretada -pese a quien pese, hay que cambiar algo para que lo importante siga igual. Cambiemos la democracia orgánica y totalitaria por la auténtica democracia inorgánica y libertaria.   
     Y abierta la espita, surgieron  partidos políticos hasta en la sopa. Para que aquello funcionara hacía falta un dineral.
     Esto es lo que deseo contar en días próximos.

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