miércoles, 3 de octubre de 2018

EL ERROR DEL CONFIADO

    Confiado, algo así como abierto, seguro de si mismo, dominante... líder. Donde éste pone sus ideas se abre el horizonte, donde iza su bandera todos la respetan, donde triunfa... al fin  se da de morros con la realidad.
    La política, en el mejor de los  casos, es un mar de conjeturas. Los políticos -ellos y ellas- se sienten llamados a redimir al que sufre;  y el que padece los sufrimientos suele estar dispuesto, lleno de buena fe, a creerse las promesas de los mesías.
    ¿Lo digo o me lo creo? Tengo mis dudas,  pero cuando, huelo, veo, palpo la realidad política española, cuando las muchedumbres siguen a sus profetas seguros del premio, quiero esconderme.... Me siento solo, dudoso y... me apunto a la soledad y a la duda para, una vez más,  caer en la cuenta: este invierno el número de los que pasarán frío y morirán en el intento de eludirlo, aumentará quiéranlo o no, para que unos pocos superen sus lujos.
     Y ¿qué hace el líder? Termina por donde no empezó: volviendo al anonimato con el riñón bien cubierto.
    En una afortunada ocasión, el hombre  aprendió a manejar el fuego, y su vida mejoró; en otra  ocasión descubrió la palanca y su vida también mejoró; más tarde surgió la rueda y... Y así año tras año el bienestar  fue creciendo pese a profetas y políticos.
   El intento  es personal. La instrumentación se facilitó  en la escuela. El aprendizaje es básico. Lo mejor viene después si cada uno se preocupa de lo suyo y deja en paz a los demás.
   Pero los políticos, pseudo apóstoles, creen haber triunfado siendo los dueños de la calle. Y terminan siendo los amos. ¿Y la escuela? Ahí está. Al, servicio de las sectas.
   ¡Lejos de nosotros la funesta manía de pensar!

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