viernes, 15 de diciembre de 2017

LA PENSIÓN Y EL AHORRO

     Es de justicia que a un trabajador, al verse forzado por la edad a  no ejercer, se le garantice un retiro justo, equitativo y saludable. Es decir, un retiro que le permita vivir su ancianidad con cierto decoro.
     Un hombre o mujer dedicado a la política sabe que su porvenir depende de los votos que pueda cosechar; y destacar en  esta tarea  no es fácil. Esta evidencia entra en juego desde el primer día: un político  sin votos es un fracasado; lo primero que hace todo aquel llamado  a serlo, es destacar por su escenificación oratoria: hay que ser agudo,  buscar el momento y ofrecer aquello que  la  mayoría desea. Una coleta, para estos casos, es un banderín de enganche, no se olvide. 
    ¿Aquéllo que la mayoría desea? No se hable más: un buen  retiro. Pero los deseos casi siempre chocan con la dura realidad. Como ya decía un viejo abuelito hace unos sesenta años, hay mucho ratón y poco queso.
     Como tantas veces se ha dicho, la solución no está en las leyes ni en los políticos que las inventan: la solución está en los hábitos y disciplina de cada  mortal. Y los hábitos no responden a disposiciones legales muy prometedoras pero poco resolutivas; responden a la educación de cada cual. Y esto está muy relacionado con la familia y la escuela. Ahí, es donde se aprende. Luego se actúa de una u otra manera según y cómo, pero se sabe que  lo auténtico no se regala; se gana.
     La única forma de resolver la dotación de medios económicos a los retirados, es el ahorro personal y consciente de cada hombre o mujer o lo que sea, que aspira a pasar por este mundo  sin ser manejado en tanto  se de cuenta de que sigue vivo.
    Los demás sistemas, más o menos impuestos, son faramalla. Cualquier cambio de políticos puede acabar de un tajo con los ahorros multitudinarios impuestos por la política del bienestar. En esa línea se mueven los inflacionistas..

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