viernes, 8 de diciembre de 2017

ESPAÑA Y LA GRAN PROMESA

     En España ha calado hondamente la creación de territorios autónomos, hasta el punto de que pocos reparan en si esta estructura se puede soportar por la ciudadanía sin muy grandes y graves sacrificios.
      No se negará que el proceso autonómico se generalizó en la primera década democrática, coincidiendo con el ingreso de España en la Europa unida;  coincidiendo, también,  con sus ayudas iniciales. Una progresista etapa que hoy se olvida.   
     Desde que ingresamos en Europa nos quieren hacer creer que España está entre los países ricos y de buen pasar, pero tal estimación no cuadra con el grado de pobreza de una cuarta parte de familias españolas que viven con menos de 600 euros al mes por todo ingreso. El malestar se extendió y lo sufrimos todos cuando reventó y nos reventó la burbuja del ladrillo.  Se acabó aquello de España,va bien. Descubrimos la pobreza y una España, puesta a prueba: o toma las medidas de austeridad de la receta prevista para estos casos en Europa,  o te la hacen tomar. Y la tomamos y descubrimos que eramos pobres puestos a vivir como ricos. Aún estamos pagando los platos rotos.
     La pobreza nunca está bien  repartida, porque lo poco que hay destinado a los pobres nunca llega para todos. No hay,  y el que poco tiene, poco arriesga. Hay que contar con los ricos. Pero éstos, se internacionalizan y buscan climas confortables para sus dineros. Huyen.
     Los  pobres aumentan. Los ricos se marchan. Los políticos crecen. Los impuestos se inflan. Hay más elecciones.  Los predicadores se desgañitan. Los  milagreros buscan  puertas giratorias a sus parientes y demás familia...
     Seamos optimistas. Olvidemos este panorama. ¿Y qué podemos hacer por los pobres? ¡Ya me lo dirán! O  se lo diré en otra ocasión.

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