jueves, 28 de diciembre de 2017

AUTOCRÍTICA ATROFIADA

    La derrota electoral, en Cataluña, del partido que sustenta el Gobierno de España, es para sentarse a pensar. Y puestos a la tarea,  la pregunta que surge de inmediato es muy sencilla; ¿Por qué se ha consumado tan aparatosa caída? Pregunta inútil para quienes viven con su autocrítica atrofiada.
    La nación España tiene un problema tan  viejo como, al parecer,  insoluble: la desigualdad educativa de sus, -vamos a llamarles así-  ciudadanos; es algo que está a la vista. Esta desigualdad la sufren también otros países y al final los "paisanos" no se entienden en  el plano intelectual y  recurren a buscar remedios de índole sentimental. Empiezan por no entenderse cuando hablan y terminan  por odiarse cuando actúan.
    ¡Ya se sabe! La democracia, para que funcione sin  chirridos,  ha de ser "razonable", y esto significa  dejar las pasiones, los sentimentalismos,  a una lado cuando se trata de hacer justicia, para dar prioridad a soluciones  meditadas y equitativas.. ¡Razonadas!
    No hay nada más admirable que el continuo intento  puesto en  juego por inefables patriotas, para justificar los más sonados disparates.  es decir erróneos, ilógicos, absurdos.
     Los pobladores de un nación han de alcanzar ciertos y altos niveles educativos desde los que podrían entenderse "razonablemente". Si esos niveles no funcionan, cada uno irá según le convenga, por  el camino que le plazca, sin tener en cuenta que ha de usar el más "razonable" para lograr una equitativa convivencia entre seres humanos.
    Examinemos al partido perdedor. En lo más íntimo de su conciencia esa tropa, tan diversa y sofisticada, ha olvidado que la primera línea de una empresa política está en la escuela, y no con ánimo de adoctrinar. lo  importante es enseñar para que la razón domine al sentimiento en la hora de aplicar soluciones justas.  La hora de los políticos, tan olvidada como inútil en ciertas latitudes; eso sí, olvidada en  nombre de la sagrada democracia.
    Puestos a "sentir", ¡que Dios nos ampare!


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