miércoles, 6 de diciembre de 2017

DEMÓCRATAS DE PACOTILLA

      Disraeli  -más menos- dijo que el mundo está lleno de estadistas a los que la democracia ha degradado convirtiéndolos en políticos; en nuestro caso, en España,  además, de pacotilla.
      Les confieso humildemente que me cuesta mucho  entender ciertas cosas, ciertas prácticas que terminan por ser costumbres y a nada que pasen diez años se consagran como tradición. Por ejemplo los clásicos griegos -populares demócratas de la antigüedad- compaginaban esta virtud cívica, con la pervivencia de la esclavitud. Virtuosos demócratas, magníficamente atendidos, se servían a tal fin de fieles esclavos a los que trataban peor que a los perros. Era la política al uso.
     España está llena de esclavos a los que la ley dignificó, si que esto sirviera de pretexto para mantenerlos vivos  corriendo la aventura de mendigar la limosna que reciben a cambio de trabajos mal pagados y que no llegan para todos.
     No se entiende cómo en esas condiciones puede nadie tildarse de "político", ni cómo pregonar que a esta injusta situación alguien pueda llamarla democracia.
     Soy de pueblo, de un "lugar" perdido en zona hoy desertizada como tantas de España, donde todo hijo de vecino (hasta los titulados)  vivía sobriamente y lo hacían en paz. Había familias que  se odiaban, pero se respetaban y cuando las campanas tocaban a rebato, eran los primeros en acudir solidariamente a prestar ayuda a su compadre caído en desgracia. ¡Hoy por ti, mañana por mi!
     En esta España cada día más pobre si sigue creando esclavos, millones de compatriotas se lanzan a las carreteras a sufrir atascos y a gastar energía que  nos cuesta lo suyo más impuestos. Y mientras tanto, en  Cataluña, tirando de cartera para odiarse los unos a los otros.
     ¿Me comprenden? No me  dejo catequizar.

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