En una zona determinada de los Alpes, por los azares de la vida, se encontraron tres pueblos que se entendían en tres idiomas distintos: el alemán, el francés y el italiano.Me refiero a Suiza.
La diferencia lingüística pudo ser un pretexto para que estos tres pueblos anduvieran a la greña, pero muy al contrario llegaron a esta conclusión: harta endemoniada está la vida por sí misma como para revolverla más con nuestros caprichos pueblerinos.
Decidieron ir de acuerdo para hacer frente a las necesidades de la colectividad, no meterse en guerras vecinales para vivir y trabajar en lo suyo hasta resultar modélicos y convertir su territorio en un paraíso fiscal.
Y siguen a la cabeza de los países adelantados, pese a las muchas contiendas organizadas en su entorno. Lo que menos importa es su sistema de gobierno. El mérito de esta paz productiva no está en la política entendida como necesaria para prosperar; está en la categoría moral, cultural y cívica de los suizos, del pueblo helvético.
No quiero pensar como español porque España, no existe. Poco a poco, gracias a estas autonomías para tontos, ideadas en beneficio de los listos también llamados "líderes y compañía", van haciéndola desaparecer, consiguiendo una nueva estructura asocial donde los ricos son más ricos y los pobres más pobres, a fuerza de mirarse su ombligo cada uno en su propio idioma.
Mientras Suiza a la chita callando sigue progresando en cultura y civismo en beneficio de sus gentes, en la España que gastamos, tiramos de lo que no tenemos para celebrar elecciones con las
que vivir mejor los pujoles y otros de su casta, disimulando el malestar de las mayorías-
Conclusión: Los pueblos están dormidos y votan para que todo siga igual. Y a eso le llaman democracia.
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