martes, 31 de octubre de 2017

SIMPLIFICADAS PROMESAS POLÍTICAS

     Se supone que los partidos políticos se fundaron para -entre otros menesteres- cumplir con su tarea: la gestión del bienestar de los habitantes de un país, ya sea  desde el gobierno o  desde la oposición.
      Desde el gobierno han de proceder con justicia, equidad y eficiencia, por lo menos, y desde la oposición, con lealtad y firmeza en pro de los principios que defiende sin recurrir a la argumentación "ad hominen", con espíritu constructivo.
     De  forma genérica se supone también que a los políticos les guía  ese espíritu, para mejorar las condiciones de vida de sus paisanos, sobre todo de aquellos que están en peores condiciones para resolver sus problemas dignamente.  
      Estos objetivos, de fácil explicación  y no tan fácil desarrollo, suelen adolecer de un inconveniente serio: para vestir a un santo se suele desnudar a otro. Y eso es mala política.
      Por ejemplo, el líder de un partido político cuyo nombre no hace al caso, no se cansa de repetir que la enseñanza en su país ha de ser solo oficial y obligatoria. Y formulado este principio, termina por dificultar  a la iniciativa privada el ejercicio de la libertad de enseñanza.
      Esta "oficialidad" ya funciona de hecho, puesto que si hay -que los hay- cetros privados de enseñanza, cada vez son menos y están muy condicionados por la legislación vigente.
      En resumen la libertad de enseñanza es un mito.
      Claro que bajo el pretexto de la  libre  enseñanza no  se puede  montar un negocio, pero nadie negará que cabe conciliar esa libertad con iniciativas generosas, existentes en algunas naciones, poco promovidas en la nuestra.
      La libertad de enseñanza es necesaria para promover la igualdad. Pero... los países totalitarios no están por la  labor.










      

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