jueves, 26 de octubre de 2017

UNA LUCHA CARGADA DE ODIO

         Quiero ponerme en el caso de millones de familias  o de personas que viven solas, carentes de medios económicos para atender a sus  mínimas necesidades y poder subsistir con cierta  dignidad.
         Guardo en mi memoria las promesas de toda suerte de políticos que  anunciaron, al paso de los tiempos, ser redentores de toda  víctima pobre y solitaria sin remedio. ¿Y qué? Con altibajos imprevisibles no hubo arreglo; siempre hubo pobres y además desasistidos.
         Las guerras, en general, son materialistas. No lo dicen, ni se atreven a reconocerlo las partes en lucha, pero las guerras persiguen someter a una nación, a un pueblo, a un sector social, en beneficio del  más fuerte, más poderoso,  que una vez triunfante pasa factura al vencido.
         Es doloroso, es injusto, es abusivo porque,en verdad,  las guerras se pagan por los más débiles, sean o no del bando derrotado.
         Nadie recuerda a  la miriada de tuberculosos y víctimas de otras endemias  - enfermos mal alimentados y peor asistidos- que murieron en una pobreza, demás vergonzante en la posguerra. española. Lo viví de cerca, Lo padecí,y sé hasta donde llega la soledad del pobre.
         ¿La España dividida? Unos cuantos divos de la política quieren arreglar nuestras diferencias fomentando rivalidades estúpidas. Todos niegan el uso de medios violentos. No es verdad. Las palabras crean odios. El odio está ya en marcha. Es el preludio de las luchas a degüello.
         El odio también mata.




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