martes, 24 de octubre de 2017

LA DEVOLUCIÓN COMO REMEDIO

     Nació en un  pueblo alavés, una aldea, y creció hasta los siete años inapetente y sin  ver el mar. Lo llevaron a Vizcaya, a una villa costera para probar con un cambio de aires. Lo dejaron en un sanatorio en manos de unas monjitas, agarró un berrinche de tomo y  lomo y no quiso probar bocado en dos días con  sus dos noches. Nadie insistió y nada le dijeron. Un compañerito de su edad le ofreció un bocadillo de jamón por encargo de una monja que sintió pena por él. Lo devoró y rendido a las demandas de su apetito decidió  volver al comedor como  uno más y romper la huelga de hambre. El cambio  de aires surtió sus efectos. No por la playa o por el clima marítimo, sino por algo bien distinto.
     Siendo mayor reflexionó: nadie le obligaba a comer, a  nadie podía  incordiar y funcionó el instinto de conservación; reaccionó  como  cualquier hijo de vecino cuando no hay comida y se pasa hambre. Llegó a pensar si no era un niño mimado.
       Pasaron diez años. La abundancia de 1933,  no hacía previsible que en 1943  llegaran las angustias del hambre. En plena mocedad le tocó vivir la falta de alimentos con toda su crudeza. No podía más cuando recibió un paquete  envuelto en papel de estraza que le entregaron  por confusión en una estación de autobuses. Lo abrió. Contenía una  seca rebanada de pan negro y dos raspas de tocino salado. Se lo comió. Luego le cayó el alma a sus pies de pura vergüenza. No pudo resistir la tentación. Cometió  la canallada de comer sin miramientos lo que no era suyo: la comida de otro pobre.
      Arrepentido,  lo pensó. Cuando  quiso compensar a su víctima -devolver lo sustraído-, no tenía a quién. El pobre expoliado nunca se dió a conocer.
      Sucede a menudo. Las sociedades prósperas, piensan poco (o nada) en las víctimas de su egoismo. Las ignoran.
      Por algo se inventaron las tapias, los muros, la fronteras. Cosa de ricos.
      Por si alguien nos roba. Estamos en ello.



   
   

No hay comentarios:

Publicar un comentario