Esta España nuestra viene dando tumbos desde hace años y no acaba de encontrar el equipo dirigente previsor y cauto que acierte a conducirnos por el buen camino. ¡Democracia a pasto!. Sí, sí, pero de boquilla; viste mucho proclamar, vender, exhibir bondad de tamboril. Y viste más si te haces (o te hacen)víctima de un adversario facha.
Así está España dándose al capricho de la pelea diaria. Para ello, salen a la calle convencidos de que sus enemigos son los malos, demócratas de pacotilla, sátrapas, tiranos que explotan a los débiles... Y ellos, los otros, forman parte del lote compuesto por buenas gentes, demócratas de verdad que solo piensan en perder la piel en beneficio de las víctimas del fascio. Y viceversa.
Los dos extremos. Se auto califican y juzgan a los demás sin pudor, dispuestos a imponer sus tesis como si fueran definitivas; la doctrina única para alcanzar la felicidad de la jauría humana.
En este clima, a España le han salido dos granos: el social y el territorial; y, en medio, una cueva de ladrones que ha dejado chica a la de Alí Babá del cuento.
En los treinta y nueve años pasados desde que nos vendieron la transición como si fuera un milagro, en España no hubo Gobierno capaz de hermanar a las muchedumbres exaltadas. Los bandos rivales salen cada día a la calle, a la vida pública, aleccionados, dispuestos a pregonar su "verdad" mediante el insulto, el desprecio, la mentira, el infundio...
Que nadie presuma de que tiene el remedio. Es mentira.
Y así va la cosa...
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