lunes, 16 de octubre de 2017

PARAÍSOS FISCALES Y OTRAS MINUCIAS

   
    Cuando un País ingresa con plenos derechos en una entidad o institución, tal que la Unión Europea,
se supone que es para fortalecer la capacidad del grupo respecto a materias o problemas que por separado no podrían ser abordadas y resueltas con prontitud y eficacia.
   No se entiende, por ejemplo, que un fenómeno como el de la migración, dé lugar a que unos países de la UE se enfrenten a los problemas que derivan de esta realidad con criterios restrictivos, mientras otros se ven obligados a colaborar en una política aperturista, es decir a todo lo contrario.
    Tampoco parecen lógicos los criterios tributarios vigentes para una mayoría de sujetos y entidades comerciales del montón, sometidos a una disciplina rigurosa y exigente, en tanto la institución superior, la Unión Europea, no parece interesada   en combatir con eficacia el daño que, por la tolerancia existente en favor de los paraísos fiscales, sufre el contribuyente cumplidor.
     Estos dos ejemplos vienen a demostrar que los engranajes de la UE chirrían, no están bien  acoplados. Vamos a ver en qué medida esta Unión combate con hechos -al margen de palabras o buenas intenciones-  los intentos de disgregación  que  se manifiestan ya claramente en varias naciones afectadas por  nacionalismos regionales con  el apoyo paradójico  de  populismos internacionales, dispuestos a sacar provecho de cualquier oportunidad que surja al paso.
    Hoy pueden tomarse decisiones innovadoras en España.
    Está llegando la hora de revisar no sólo la Constitución de España, sino algo  más profundo: la Constitución de la Unión Europea.


























































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