domingo, 8 de octubre de 2017

ESPAÑOLES SUPEDITADOS

      El error reiterado hasta la saciedad,  imputable a los políticos que se han sucedido en los gobiernos de España desde la transición, es éste: no haber sabido sacudirse su dependencia de los partidos nacionalistas periféricos y de sus complacientes amistades. Los votos mandan. Y se pierden cuando la iniciativa está en otras manos.
      En el País Vasco, donde resido, se ha vivido esta supeditación  con elocuente silencio, como si no pasara nada, convencidos los más conscientes de lo difícil y peligroso que era enarbolar los símbolos  de España o manifestarse en defensa de los valores patrios. Sometidos al silencio más vergonzante, los vasco españoles se dieron cuenta de que habían  perdido la paz y otros la ganaban. Con mas razón  cuando a muchos de  los muertos por ETA se respondía con retóricos gestos oficiales de supuesto valor para guardar las apariencias, y se les  negaban justas apreciaciones solidarias que, si  las hubo, se hacían por la puerta de atrás, salvo muy contados casos.
     Esta era la realidad y si los vasco-españoles proponían iniciativas sinceras en favor de sus provincias o zonas de residencia -naturalmente vascas-  se quedaban aislados. Esas mismas ideas solo prosperaban cuando surgían en las filas de los nacionalistas vascos.
     Esto sucedió, ni más  ni menos,  con la reposición del Concierto Económico, suprimido en Guipúzcoa y Vizcaya, durante la guerra del treinta y seis. La sugerencia se planteó verbalmente  por  dos Diputados de Alava,  a la sazón de la UCD.  La negativa laminadora del Ministro de Hacienda del momento fue tan dura y eficaz, como inoportuna. El PNV -más tarde- se apuntó el tanto y consiguió que la misma demanda quedara atendida nada menos que como derecho genuino de los vascos en la Constitución de 1978. Y así, poniendo en bandeja el regalo al adversario, se fue desdibujado  el centro-derecha vasco: lo pusieron  mirando a pared para que aprendiera a recibir la  patada en el culo a comodidad del adversario.
    Era lógico: lentamente fuimos llegando a una indiferencia generalizada. La única doctrina que une a los vasco españoles de centro en su País hoy en día, empieza con un NO: No somos nacionalistas.. Mal asunto cuando un programa nace bajo una oración negativa.
    Hasta ahí hemos llegado. 

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