Las situaciones que motivan los grandes distanciamientos entre seres humanos, surgen al calor de la riqueza de unos, -los menos- cuando se enfrenta con la pobreza de otros -los más-.
Se diría que es axiomático: para mantener en el planeta Tierra a un millón de ricos al cuadrado, han de someterse a denodada explotación a muchos más miles de millones de pobres al cubo. (recuento por hacer que siempre sería aproximado y poco expresivo; la pobreza no solo se mide con números)
Lo curioso del caso es que a medida que pasan siglos y más siglos, las población aumenta, el número de ricos también y el de pobres aún más y la cosa no tiene remedio; a no ser que el ciclo de crecimiento se pare y los seres vivos bípedos e implumes, vayan desapareciendo sin darse cuenta: entonces tendríamos menos ricos y también menos pobres.
La ceremonia ya está en marcha. Si usted lector tiene tiempo, párese y observe: detrás de eso que llaman "control de la natalidad" no hay otro objetivo que el de no empobrecer a todo un país. Pero bien mirado, se consigue poca cosa, porque el censo poblacional crece por la otra punta: cada día hay mas ancianos. Habrá que enriquecer los pastilleros con tóxicos para promover la dulce muerte entre los mayores. Crece la cifra de los que pasan de cien años y ésto no hay plan de pensiones que lo aguante.
Pero, seamos serios. Solo hay una palanca que proporciona algún remedio: la escuela exigente y dinámica, con reválidas periódicas que inciten a la eficiencia.
Sin embargo, los padres de muchas criaturas, no quieren la eficiencia para sus hijos. Se conforman con la suficiencia que da el titulo. Y mientras tanto a jugar a las canicas.
¡Para cuatro días que vamos a vivir!
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