martes, 30 de mayo de 2017

MILITANCIA Y ELECTORADO

      
     En el mundo dedicado al ajetreo político, el militante viene a ser quien  comulga con un ideario  y se esfuerza en defenderlo y propagarlo; al fin,  lucha por  imponerlo.. Un elector, es aquel  que otorga su confianza, con una papeleta,  a los militantes de un partido político, seducido por sus promesas unas veces o  para evitar un mal mayor en otras ocasiones.
     Quiero decir de antemano que,   conociendo a los militantes  de cualquier partido político, al margen de sus ideas,   no es  extraño que unos los aplaudan y otros los rechacen; que unos los ovacionen  como fieles y leales que son, y otros los silben en  prueba de todo lo contrario. La militancia se gana con besos, abrazos  y palmadas; con un magreo bien  orientado dedicado a los fieles. Ganarse al electorado es otra cosa: hay que saber mentir, si es que uno es incapaz de ganarse electores con la verdad.
      Claro está: es probable que, en  situaciones límite, la militancia de un partido en crisis se divida para elegir a un nuevo equipo de mandarines.  
      Esto está sucediendo  en muchos países, también en España, porque los partidos  no saben renovarse. Y no se renuevan porque las camarillas reinantes de cada partido se sienten infalibles y se arropan, para imponer su conducta,  en la militancia más próxima o que consideran mas leal, aunque la formen una cuadrilla de ladrones o de trepas. Aplican, desde el complejo y diverso mundillo de su militancia, unos rituales contradictorios cuyos efectos desaniman al elector. 
      Los votantes, cuando ven estos procederes, suelen  ser prudentes:  en un primera votación se abstienen. Con el paso del tiempo vuelven a votar y lo hacen en favor del cambio. 
     Miren por  donde estamos en esa fase. En las reiteradas y pasadas elecciones, crecieron  las abstenciones. Esperen y verán.
     Una cosa es la militancia   y otra bien distinta el electorado. 

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