viernes, 12 de mayo de 2017

MONUMENTO A LA DESIGUALDAD

     Uno de los principios más recurridos por los políticos de última generación, es el de la igualdad. Es la oferta que mueve más voluntades. Es el fracaso más sonado de cuantos cosechan los grandes prometedores de felicidad. Cada día hay más diferencias, en nuestras sociedades , entre ricos y pobres. Nunca las masas empobrecidas recibieron  tanta información sobre tan grave injusticia. Nunca los ricos de verdad, mostraron más indiferencia ante tan dramática situación.
     Hace pocos días se concentraron en un estadio deportivo decenas de miles de personas, unidas por el deseo de que "su equipo", en el que tienen puestos sus amores,  se clasificara para participar en la final  que lo llevaría a la gloria. Los muy ricos tenían su sitio, los menos ricos el suyo, los medio afortunados, otro tanto,  y las masas populares ocupaban las localidades más incómodas. Los más pobres se quedaban fuera, en la desabrida calle  a esperar resultados. Eran, todos,  un ejemplo vivo de desigualdad consentida,  aceptada por las masas con la mayor naturalidad.
     Para más incordio paradójico, esas masas de tira y afloja admiraban a los más desiguales, a los futbolistas, millonarios en su mayor parte, puestos en la cima de la desigualdad gracias a las aportaciones masivas de los aficionados pobres, agradecidos a las patadas que saben dar a un balón para llevarlo al fondo de una red con habilidad celebrada gozosamente.
     Solo quería decir que la igualdad es un camelo que sólo se puede evitar con equidad: dar a cada  lo que por sus méritos le corresponda.
     Y en en España, ésto no se lleva. ¡Por eso hay tanto ladrón!.

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