Los vasco-españoles, en la Vasconia peninsular, componen hoy un sector
social muy evolucionado respecto a los ya
viejos tiempos de la transición, hace cuarenta años. Es un sector desarticulado que peca de escepticismo. Los problemas de España, contemplados desde el
País Vasco por estas gentes, están dejando de interesarles. No saben, tal vez por
aburrimiento, qué es peor: si el bandidaje del gremio oficial de
ladrones, o la incapacidad de los llamados a vigilar por la normalidad de
España y de los españoles.
Los vasco-españoles escépticos, desarticulados,
fríos y grises, no se sienten atendidos con eficacia, por los políticos que se tienen por patriotas.
Están solos. Votan a quienes, -desde una
posición nada amable- pueden ser un paliativo de males mayores.
El partido de los
vasco-españoles no existe. Tal vacante solo se podría cubrir, por quien fuera capaz
de ofrecer con garantías de eficacia a todos los vasco-españoles, una vida
indiscriminada, tanto en la vida social
como en los campos laboral y docente.
Todos los medianamente informados saben que el
objetivo final del nacionalismo vasco, de cualquier tendencia, es la independencia
soberanista. Los nacionalistas saben que se hace camino al andar. Y no paran.
Los constitucionalistas permanecen quietos en cuanto se refiere a las ideas. Quietos,
igualmente, en el campo de los hechos.
Pero, indefectiblemente, en el
País Vasco peninsular existe y está vigente -sin que nadie, o casi nadie, la cuide-
una cultura étnico-española a la que no le seduce la separación entre
españoles. Esta cultura no es pro
españolista a la antigua usanza, o sea
patriótica excluyente. Hay una solución intermedia pero auténtica, que
no se basa en una ficción, sino en una realidad
a la que muy pocos protegen, por no decir nadie. Así nos va: los valores
vascos, auténticos o no, están en alza; los españoles, aún vivos, están siendo ninguneados por
sistema.
Todo empieza en la escuela hoy,
por mayoría, en manos soberanistas. No es una enseñanza neutral la que se
imparte. Es un sentimiento que cultiva
la negación de España.
¿Dónde están los vasco-españoles?
Los nacionalistas no los identifican como vascos. Los constitucionalistas los
consideran desdibujados y arrinconados en el desván del olvido.
¡En tierra de nadie!
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