martes, 9 de mayo de 2017

ADEUDARSE O REDIMIRSE

     Según parece el nuevo Presidente de la República francesa se inclina por imponer en su país una política de austeridad. Juicio prematuro, cuando las decisiones, en tiempos tan  difíciles como los que corren, exigen meditación, cautela y apoyos. Con más razón, cuando lo que se decida en Francia ha de repercutir en la Unión Europea.
      Lo que parece cumplirse es el pronóstico de los electores: se inclinan por  nuevos políticos que, en el fondo,  traigan consigo nuevas promesas, sin saber dónde se meten. Al final  toda  política, con los colores que sean,  se simplifica en dos tendencias: la liberal o la dictatorial. La que confía su futuro al buen hacer de los ciudadanos y sus asesores  y la que pone sus destinos en las decisiones del macho alfa -erigido en supremo hacedor- y en su entorno dirigente.
      En suma, los países son como las familias: o cuidan de sus dineros y los invierten con  acierto, o los gastan y entran en períodos de crisis donde todo vale y donde el pueblo llano pierde más y gana menos.
      Es entonces cuando aparecen los profetas cargados de promesas que pronto se diluyen en la nada.
Lo vemos en España. No hay recursos económicos para poder cumplir todo lo prometido. Y, para muchos, la crisis y los sufrimientos que conlleva se harán eternos.
     Pero las gentes desamparadas necesitan poner su fe en alguien, en un prometedor cualquiera en el que confiar con tal de creer que van a salir de charco.
     Tampoco es de extrañar que los más desconfiados busquen un retiro donde no haya engaño y poder redimirse.
     
 
                         
   

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