miércoles, 28 de septiembre de 2016

UN APUNTE, TODO UN PROGRAMA.

     Intuyo que,  desde el nuevo Parlamento Vasco por constituir, le van a plantear al Poder central un proyecto reformista del vigente Estatuto de 1979, de cuyo alcance sólo  tenemos indicios. Intuyo, también, que el reafirmado principio de "Euskadi es una nación", repetido por algunos próceres del nacionalismo vasco, es como chispa suelta indicativa del objetivo que quieren alcanzar con esta premisa.
      Alguien -en una tertulia televisada- dijo algo  así: "Veremos cómo responde Alfonso Alonso Aranegui, (del PP), que se proclama foralista,  a esta propuesta nacionalista".
      Está claro que son  distintas doctrinas, con la particularidad de que las forales vienen a ser tildadas de derechos históricos, algo así como navegar a vela cuando los motores ya son supersónicos... Algo así como volver a las antiguas cocinas del caserío, dotadas de un banco  corrido trabajado en roble  que escondía en los bajos un tipo de jaula  donde engordaban  dos o tres pollos capados (capones) y,  al mismo tiempo, sirviendo de asiento para  una parte del grupo familiar. ¡Una antigualla!
     Cierto, pero el concepto doblemente utilitario de la caponera -asiento y jaula-  sigue siendo  una idea cargada de modernidad y eficiencia en un mundo que derrocha en demasía y luego y tiene a millones de personas desocupadas y pasando hambre.
     Claro que el nacionalismo no es eso, -dirá más de uno sintiéndose moderno-. ¿No? No lo sé, pero puestos a contar  hay más naciones donde las gentes en abrumadora mayoría lo pasan mal, frente a las que pueden presumir de haber alcanzado el estado del  bienestar
      "En el País Vasco español no lo pasamos tan mal", dirá alguno. "Entonces, ¿de qué nos quejamos?", preguntará otro...
       ¿Qué tipo de nación ofrecen los políticos nacionalistas? ¿Cómo  Suiza? ¿Cómo Albania? ¿Y eso cuánto cuesta? ¿Ya se han hecho cálculos? ¿Y cuál será el idioma oficial? ¿Saldremos o no de la Unión Europea? ¿Pondremos una aduana en la muga de Miranda de Ebro? Y así...interrogantes a docenas.
       Un foralista ¿qué puede pedir? Muy sencillo: modernizar la caponera en todo lo que puede ser útil y provechoso para la sociedad y al menor costo posible.
       ¡Todo un programa para un país donde la tarea pendiente está a la vista!





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