Estaremos de acuerdo en que la desgarrada lucha entre políticos, para hacerse con el poder en España, está dando un protagonismo extraordinario a los secesionistas de Vasconia y Cataluña. Este hecho responde a una ley universal: cuando un país se debilita, aparecen los depredadores que intentan sacar tajada. Y casi siempre la sacan.
Los secesionismos periféricos se fortalecen cuando la nación España se debilita. Dirigentes de partidos españoles que se proclaman unitarios y constitucionalistas, están dispuestos a perder el trastero en luchas inútiles que les pueden llevar a la búsqueda de apoyos entre quienes persiguen la disgregación de España. ¡Absurdo, pero posible! Es el harakiri
Los secesionistas siempre hicieron política y la propagaron, dándole significado positivo y, si me apuran, agresivo: "Vamos a construir Euskadi" "Haremos de Cataluña una nación puntera". Puede no ser verdad, pero estos lemas levantan el ánimo de muchos votantes. Movidos por la emoción votan a los suyos.Y motejan a sus contrarios de retrógrados, catetos y ladrones: "España nos roba".
Sus adversarios, los unionistas, limitan su tarea al plano defensivo y se expresan: "nunca dejaremos que se rompa España". Lema negativo: "nunca", que "no" se rompa España. Algo que no emociona; ni siquiera induce a razonar: ¿Como conseguir ese propósito los que nos sentimos españoles si llevamos siglos peleando a muerte limpia?
¿Qué exagero? ¡Ya lo verán! Si los políticos españoles que dicen defender "la indisoluble unidad de la Nación española" no hacen lo que deben para que "no se rompa España", está claro que nos lo merecemos por ser desecho de tienta y cerrado.
Claro que si la unidad de la Nación española es "indisoluble", como reza la Constitución (artículo 2º.) ¿que necesidad hay de luchar, fuera del ámbito judicial, si no hay disolvente que pueda con ella?
Tal vez por eso al catecismo unitario español (la doctrina) se le da por desaparecido. ¡Ni está ni se le espera!
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