La provincia de Álava es tierra de transición, situada -en su mayor parte- al norte de la barrera del Ebro y al sur de la naciente cordillera Cantábrica. Por esta tierra alavesa peregrinan muchos europeos de allende los Pirineos y toman camino hacia Europa millones de sureños de diversas razas, parlantes de otros tantos idiomas.
Es una provincia que ya existía como tal antes de la reforma propuesta por Javier de Burgos, por los años treinta del siglo XIX, que implantó y generalizó el régimen provincial en toda España.
Provincia, esta de Álava, receptora, también, de gran número de españoles de distintas latitudes que se fueron afincando aquí para resolver sus problemas vitales. Mientras la capital crecía, las zonas rurales se despoblaban. En menos de ochenta años Vitoria pasó de contar 40.000 habitantes en los años 30 del siglo XX, a pasar de 220.000 en los días que corren. El resto de la provincia, en número redondos, cuenta unos 100.000 habitantes; en los años 30 del pasado siglo tenía uno 70.000, parte de los cuales hoy se concentran en núcleos urbanos que han perdido el carácter de aldeas que antes tuvieron.
Todo esto explica que esta tierra de transición sea la menos nacionalista vasca del País, aunque también indica que estamos en un proceso evolutivo que registra un crecimiento del nacionalismo vasconizado y una caída del voto favorable a los partidos de ámbito español. Con una salvedad: la de PODEMOS; pero este voto, está por decantarse. Tiempo al tiempo.
A mi modesto entender, los partidos de ámbito nacional -aunque ellos crean lo contrario- no tienen un proyecto político positivo para el País Vasco que llegue a entusiasmar a nadie; son, o viven, del eco político que llega de Madrid. El nacionalismo vasco, en su conjunto, sí lo tiene: la independencia de Euskadi.
Ahora, con ocasión de las anunciadas elecciones vascas, si yo viviera la política de cerca -que no la vivo- pensaría: alguien dentro de estos partidos, ha de dar la voz de alarma.
En suma: en vez de emitir un voto negativo, un voto "no nacionalista", tendrían que conseguir que fuera movilizado con motivaciones de signo positivo. Algo así como desear para Álava un sello distintivo, con un proyecto de futuro sentido por una mayoría de alaveses. No es un galimatías: es un proyecto pendiente que ofrecer..
En fin: ¡Cualquier cosa menos andar dormidos! Es decir, como sonámbulos.
ia
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