miércoles, 13 de julio de 2016

LA UNIÓN EUROPEA EN CRISIS

    Puede ser un error de bulto, pero lo cierto es que en mis comentarios he confiado, con demasía,  en la fortaleza de la Unión Europea,  hasta deducir que vendría en  ayuda de España antes de que ésta se rompiera, como el cántaro, de tanto ir a  la fuente.
     Resulta que los problemas se agravan al darle a la UE un golpe bajo desde el Reino Unido de la Gran Bretaña. Muy sencillo, los británicos quiere causar baja en el club europeo y han decidido la puesta en marcha del proceso de salida.
     El espíritu de dispersión está más generalizado de lo que muchos pensábamos y las consecuencias de esta crisis europea (o mundial) están por verse. 
     En el fondo de este gran problema están las carencias y sufrimientos  injustos padecidos por millones de seres humanos. Esta realidad siempre castigó al hombre, pero no con la intensidad ni la globalización de nuestros días.
      El remedio no está, como se divulga por algunos sociólogos y estadistas, en aumentar la producción y el consumo. Ni tampoco en poner fronteras. Es duro, pero es de cautos y prevenidos, pensar en un intento resolutivo consistente en administrar mejor y con equidad lo poco que tenemos. Virtud ésta, la buena y equitativa administración, que han de aprender los humanos en familia y en la escuela,  para luego aplicarla no por imposición legal, sino por convicción personal.
      Esta es la realidad, también de España: todos queremos más y no hay para todos. Esas carencias tan brutales, hacen que proliferen nuevos mesías y cientos de apóstoles en forma de políticos. Todos traen milagros, peces y panes y bendiciones para los necesitados en sus mochilas. Durarán tanto cuanto dure la resignación de cada pueblo. Hasta que se hartan y viene el relevo.
     En casos así somos capaces de inventar  la otra orilla y hasta el cielo.  ¡Bien! es un consuelo. Pero todo ello no es obstáculo para detenerse a reflexionar:  al final siempre viven mejor los pueblos que saben ajustar  sus cuentas. 
     Gastar lo justo. Cuidar lo que tenemos. No dilapidar. Sacar partido de las piedras¿Qué se yo? Las bibliotecas están llenas de obras publicadas por ilustres autores que se dedicaron al tema.

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