sábado, 9 de julio de 2016

DOS CLASES DE POLÍTICOS

     Hacer una valoración de los políticos es tarea sumamente difícil. Todos sabemos cómo los médicos, ingenieros, comerciantes o quienes eligen cualquier otro oficio  por humilde que sea, persiguen, como objetivo principal, ponerse al servicio de los demás para contar con medios económicos con los que vivir dignamente. La vocación es un factor que puede influir en la calidad del servicio pero, normalmente, son otro tipo de circunstancias  las que influyen al elegir una profesión.
    La política, sin embargo, es un servicio vocacional y nunca debiera ser un medio, para unos,  o un pretexto, para otros, conque  -con las ventajas que da el poder-  ganar dinero o hacer negocios en provecho propio.
    Lo más conveniente para el bien común, sería que los políticos llegaran a los cargos públicos con los deberes cumplidos; que tuvieran acceso a la política, con su ya vida resuelta,  para no estar ejerciendo el  poder con ese miedo cerval a dejar el cargo,  porque fuera no son nada. Al no tener que contar con la política para mantener su status social,  y al tener resuelta su vida mediante un oficio o carrera con los que demuestra cabalmente madurez profesional  y constante honestidad, la persona goza de una independencia de criterio y una capacidad de decisión,  que no tienen los que viven del cargo que dimana de la política.
    ¿Y la elección del candidato mediante unas primarias? Sencillamente esa designación no garantiza si el político haya de cumplir  con rectitud o dejar el puesto a otro que lo desempeñe con éxito.
     No es cosa de citar nombres pero un político vocacional intuye que, para triunfar, ha de ganarse amigos y no enemigos, sin que por ello tenga que renunciar a los principios que dice defender. El PSOE, por ejemplo, ha ido perdiendo votos como nunca, sin que nadie pida responsabilidades
     Por ejemplo, insultar  a un presidente de Gobierno en un debate político es una prueba clara de que el sujeto en cuestión carece de la madurez necesaria para ejercer un cargo de responsabilidad por el fracaso. ¿Por qué? Cualquiera lo puede deducir. Si no hay madurez, no hay resultados.
     No es edificante seguir de cerca los acontecimientos polìticos, porque duele  observar que una parte respetable de los "profesionales" de la política, dan la sensación de estar peleando  a degüello para no perder el cargo que ocupan y, mucho menos, la aspiración que palpan de alcanzar otro puesto mejor en su propio provecho, y de paso de los suyos como dicen que hacía Nepote.
      La ilógico de los que se niegan de antemano a resolver los  problemas comunes en concordancia con su adversario, tiene más que ver con las circunstancias personales de lo malos políticos, que con el bien de la comunidad.

  

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