Mucho ha de cambiar el concepto que una mayorìa tiene de la política para que, con la legislación electoral española, no se reconstruya el bipartidismo. Y mucho más difícil aún la ruptura del partido único, si los populistas llegasen un día a ostentar el poder central y orillasen a la oposición, tal y como sucedió -y lo sufren- en naciones como Venezuela.
El caso es que en las próximas elecciones se ventila la hegemonía del grupo, frente a la del individuo: la de PODEMOS y los secesionistas, frente a los constitucionalistas que reconocen y defienden los derechos individuales, aunque en un mar de contradicciones
Ya estamos viendo en España, en el ámbito municipal donde ejercen el poder los populistas, cómo tienden a que sea el sector público el que cargue con el servicio de atención a las necesidades del vecindario. Así, cuando advierten que la iniciativa privada tiene entre manos la posibilidad de hacerse con un servicio o emprender la realización de un proyecto ambicioso, los populistas son capaces de paralizar su desarrollo, por entender que sobre el beneficio que persigue el capital, prima el bien común tal y como ellos lo entienden.
Así, según los populistas, la gran empresa privada, fundamentalmente, beneficia a quien o quienes aportan el capital, y no al vecindario ni a las personas asalariadas contratadas al efecto. La idea de municipalizar puede ser positiva, pero el capital necesario no llega sino por la vía del tributo, hecho que no favorece al contribuyente. La prosperidad no se alcanza sin fuertes inversiones. Surge así, aunque no se desee, el estado totalitario donde los derechos individuales no funcionan.
Pues a pesar de todo, se abre camino la idea de oficializar toda empresa - escuela, sanidad, transportes, prensa, radio, televisión etc. - porque el principio de igualdad suele ser fácilmente asumido por muchos electores, sin tener en cuenta que las experiencias conocidas hasta el momento no dieron los resultados prometidos.
Por esa razón, por dirigirse a grupos con afanes de justicia igualitaria, partidos como PODEMOS encuentran el terreno abonado para que arraiguen sus doctrinas. Ningún otro partido de los que se presentan a las próximas elecciones puede ofrecer con credibilidad ideales parecidos y tan tentadores.
Por supuesto el PSOE y el PP no están en esa onda; por eso pueden fallarles las encuestas. Y no digamos a CIUDADANOS que, de seguir así, se convertirá en un partido vacuo y sin norte.
Tres grandes problemas tiene hoy España, y ninguno -salvo el primero y no con claridad- parece preocupar a nuestros políticos: el económico-social, el territorial con Cataluña por medio y el migratorio que viene arrollando.
Deberían dedicarse un rato a meditar sobre el estado de la Nación, afectado por esas tres amenazas.
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