martes, 24 de mayo de 2016

¿QUIÉN MANDA EN ESPAÑA?

      El gran fallo de los políticos, presuntos  constitucionalistas, se advierte  cuando, siendo aludidos, no responden a las acechanzas de los secesionistas tal y como de ellos se esperaba. España es, probablemente, el único país del planeta Tierra donde se manifiestan las multitudes, impunemente, contra el himno nacional con silbidos insultantes.
     Esto sucede porque no tienen fe en la ley de leyes. Da la impresión de que la Constitución española es poco más que el  reglamento de un gimnasio; no despierta entusiasmos. Por el contrario, los secesionismos han hecho doctrina, artículo de fe, de sus aspiraciones independentistas que se condensan en un catecismo: adoran sus símbolos patrióticos.
     Los reglamentos sirven para andar por casa; los catecismos para ganarse el cielo. El ciudadano de buena fe, puesto a jugarse el futuro, no lo duda; cree que lo importante es el cielo.
    Es cierto que la prosperidad y la abundancia tienen un efecto demoledor para el creyente, puesto que los afortunados, cuando las palpan, se inclinan por la buena vida, dejando para un segundo lugar otras  aspiraciones. Las sociedades modernas y pujantes son hedonistas y esa práctica les aleja de la promesa celestial. Pero viven unidos.
     En  consecuencia, para mantener unido a un país en un sistema democrático, sólo hay dos vías: la de la fe o la del bienestar.  Pero además, el poder central ha de ser hegemónico, es decir ha de gozar de supremacía cultural, económica y  funcional  en todo el territorio bajo su gobierno.
     Cuando el  poder central cede su  hegemonía a poderes de rango inferior -caso de la España autonómica- surgen los secesionismos más pujantes cada día y, si detectan su fortaleza y la ejercen con audacia, no paran hasta conseguir la secesión..
     España no tendrá remedio si el poder central no consigue ser hegemónico, dentro de una democracia auténtica, en tres sectores: el territorial, el social y el educativo.
     La democracia es perfecta cuando el pueblo gobierna para el pueblo aunque sea por delegación  El acierto está en seleccionar bien a los representantes de ese pueblo. Hay que ponerse de acuerdo, a sabiendas de  que el sistema actual no responde al merecimiento  de una mayoría de españoles. Por eso estamos en decadencia
     Y la decadencia tiene consecuencias irremediables: entre ellas la pérdida de hegemonía del poder central. Buena prueba de ello: el Presidente del Gobierno de España está peor pagado que una mayoría de presidentes de los gobiernos autonómicos. O un Guardia Civil, peor que un Policía autonómico.
     Así, esto  nunca podrá funcionar. ¿Y hay algún político que piense en implantar este cambio?




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