Cuando los políticos de la facilidad razonan sobre el desempleo y sobre los incentivos que pueden promover la creación de puestos de trabajo, manteniendo salarios dignos y otras constantes que encarecen los productos, están poniendo en juego un acto de justicia social que los ennoblece.
Puede decirse que los políticos piensan con el corazón, algo opuesto a las razones que manejan los emprendedores, a quienes no les cuadran los números. Las leyes del mercado son las que son y una simple alteración de los precios del petróleo, -controlados por unos pocos- puede hacer que se cierren millares de empresas en distintos países. Como consecuencia, los especuladores generan desempleo.
Prados Arrarte fue un prestigioso economista español que vivió exiliado tras la guerra civil y pudo regresar en la segunda mitad de los años cincuenta, cuando en España se proyectaba el llamado "Plan de desarrollo"; este Plan empezó por cargarse todo el entramado de la autarquía.
Recuerdo una conferencia de Prados Arrarte en Vitoria en la que demostró las ventajas que supondrían para España su ingreso en la Comunidad Europea, pero se detuvo, también, a examinar las desventajas: entre éstas, estaba el cierre de empresas fabriles subsistentes gracias a los bajos salarios vigentes en la España franquista, gracias a una estabilidad política añadida que garantizaba la permanencia de tal situación por años.
Pero si la situación cambiara, si los obreros lograran aumentos salariales propios de países avanzados, y contaran con organizaciones sindicales para defender sus demandas, las cosas cambiarían y terminarían por cerrarse o trasladarse a otros países con bajos salarios muchas empresas que, de otra forma, no podrían competir y menos si se abrían las fronteras al comercio libre de aranceles en beneficio de miles de empresas que habían sustituido la mano de obra por técnicas avanzadas; empresas que prosperaban gracias a ganarse clientes por la calidad y precios de sus productos fabricados con criterios vanguardistas.
Dado que España, ahora en nuestros días, está a medio camino en cuanto a modernidad, y que la estabilidad política sigue pendiente de un hilo, el intelecto dice: renovarse morir. Algo muy relacionado con la escuela y centros docentes, es decir con los razonamientos hilados desde el cerebro con las técnicas de los países más avanzados
Pero para la España del montón las ideas van por otro lado: todo es posible -piensan- si los políticos así lo disponen. Y ¡a vivir que son dos días! Por eso las fáciles promesas se abren paso. Hablan al sentimiento.
Luego viene el desengaño. Miren a Venezuela.
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