martes, 3 de mayo de 2016

PODER POLÍTICO Y BIENESTAR SOCIAL

     Otra vez, de nuevo, estamos ante unas elecciones generales, período que aprovechan unos significados personajes, llamados políticos, para ser elevados a los altares del poder con el fin hacernos felices a todos. ¡Noble tarea!
     Tarea dudosa, sin embargo, porque esos  buscadores del poder caen en la tentación -no todos, pero sí una mayoría- de anteponer su  propia felicidad como gestores, a la del gran pùblico que viene a ser el gestado (gestor: el que hace gestiones para hacernos felices; gestado: el que aporta el dinero para el gestor,  bajo promesa, a cambio, de servicios sociales que tal vez lleguen pero muy mermados).
      Desde estas líneas les aseguro que los políticos, de un forma u otra,  van a ofrecer bienestar social para todos, empezando por los más necesitados, lo cual sería posible a medias,  aunque de forma que sería aceptable, si todos los partidos y su representantes se mantuvieran unidos como  una piña, para vencer dificultades, poniendo todo su empeño  en reducir  las diferencias que les separan y  en acortar distancias para mejor entenderse. Pero como  buscan la propia felicidad, lucharán por ella y la defenderán con fiereza, convirtiendo el hemiciclo en una palestra selvática, marcada con la bilis que destilan los políticos más feroces.
      ¿Por qué han de ir unidos? Porque las promesas son abundantes en exceso: pensiones, salarios mínimos, subsidios por desempleo, educación gratuita, servicios sanitarios  universales, ayudas para emigrantes, viviendas dignas, etc. etc. Hace falta mucho dinero y para discurrir de dónde sacarlo, sin faltar a la equidad ni a la justicia, o nos unimos todos -gobernantes y   gobernados- para aceptar sacrificios, o lo pagan (o dejarán a deber) los de siempre,  y para esa feria no se necesitan tíos vivos.
      Apuesto otro café a que no yerro  en el pronóstico. Por ahí deberían empezar las encuestas: por
saber cuánto nos va a costar la broma para cumplir el programa del vencedor, quiénes la van a  pagar y cómo o en qué medida aumentará la deuda que se tardará  en pagar, pero siempre condicionará la soñada libertad en democracia.
      ¡No nos engañemos! Ahí está como anticipo lo que pasa en Grecia.



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