jueves, 5 de mayo de 2016

PELEA DE GALLOS.

     Salvemos las distancias, pero mantengo la opinión de que los debates televisados entre líderes políticos, son poco útiles desde la perspectiva del conocimiento; al final lo que se discute es quién ha ganado en la pelea.  Y la suele ganar el que más daño causa a su adversario. Los observadores cuentan las heridas recibidas  y las huellas que han dejado. El suceso despierta el mismo morbo que una pelea de gallos
    Una de las medidas preventivas a seguir por todo aquel que se sienta inspirado para ejercer de político, consiste en hablar poco, hacerlo con templanza y decir aquello  que  interesaría oír a  una mayoría de votantes, cualquiera que fuere su partido favorito; el político  ha de tener el dominio de la improvisación, para omitir todo lo que pueda esgrimirse contra él por su rival y para salir dignamente del acoso, si éste se produce.
     En el debate organizado entre el Presidente del Gobierno y del PP, Sr. Rajoy, y el Secretario General del PSOE, Sr. Sánchez en el último período electoral,  ambos "combatientes" anduvieron a la greña y por eso perdieron muchos votos.
      Hay que imaginarse que por  TV se registran audiencias millonarias y que lo dicho por cada político, si no sirve para ganar votos, no sirve para nada. En consecuencia el político ha de procurar que sus intervenciones  sean sinceras y equilibradas,  haciendo que su palabras lleguen al corazón de los televidentes. Una vez en el  uso de la palabra y se haya acusado recibo del mensaje del político contrario, -del que debe tomar buena nota- , se ha de ir con calma y flema poniendo todo su interés en demostrar que atenderá  las demandas de los electores, que son los que importan, sin perder el tiempo en oponerse a los contrarios, salvo en casos realmente ofensivos, no a él, sino a los intereses de los electores  cuyo voto quiere conquistar.
      El debate es un acto de propaganda; tal y como se concibe en España, pura publicidad.(Hoy por hoy gratuita). Como en todo buen anuncio, al adversario ni se le cita. El tiempo hay que aprovecharlo para hablar bien del producto que uno vende, sea este un libro, un automóvil o las esperanzas que se encierran en un voto.
      Esa es mi  opinión. ¡Allá cada uno con la suya!
   
   
   

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