lunes, 30 de mayo de 2016

COMPRENDER AL SEÑOR SÁNCHEZ

     La faceta más nefanda de la relación entre políticos es  la costumbre establecida de hablar mal del adversario; hablar mal y mantener viva su afición -propia de  colegiales- de dar respuestas a problemas impersonales, mediante el ataque a persona o personas destacadas del partido rival. Nadie escapa a esta costumbre. A fuerza de hablar mal de Mariano Rajoy lo han convertido en el líder menos discutido entre los suyos.
     Pero lo peor es que, por añadidura, este estilo de hacer política está levantando  un muro insalvable que dificulta todo entendimiento entre españoles de buena voluntad que quieren seguir unidos.
     El hecho es -y me me niego a las críticas personales- que, probablemente,  la forma de encauzar las soluciones a los problemas que hoy preocupan a los españoles, tiene una vía sin estrenar: la de unirse los partidos constitucionalistas -diferencias personales aparte- para hacer frente a las tres crisis que pueden llevarnos al atolladero: la crisis económico-social, que ha empobrecido a millones de españoles, la crisis territorial que forzosamente conduce al caos o a reformar la Constitución  si no queremos taifas,  y la crisis migratoria, que se nos viene encima sin tener la más mínima preparación para afrontarla con justicia y equidad.
     Esta es la problemática escena vital de los españoles que demanda algo más que discusiones de pan  y melón. Para empezar, alguien  ha de redimirse y redimirnos de tanto debate inútil; y  debe pararse a meditar sobre cómo dar los primeros pasos para  un entendimiento entre las tres fuerzas políticas constitucionalistas.
     Si  sus líderes  no lo quieren o no  saben llegar a un entendimiento directo,  han de ceder el juego a segundas figuras,  con talante emprendedor, para llevar a buen puerto una tarea que nunca suele ser fácil y menos cuando va a estar precedida de una lucha personal al calor de unas elecciones.
     No se trata de infravalorar a nadie. El proyecto no puede llevarse a buen puerto sin generosidad ni altura de miras. Entre ellas está la de comprender al político señor Sánchez. Habrá que reservarle un puesto de relieve -aunque inofensivo- para satisfacer su ego de forma que no estorbe un pacto o acuerdo que se pide hasta por los más destacados líderes del proyecto llamado Europa, al que se unen millones de españoles con razones de peso.
     Otros socialistas de relieve supieron renunciar al marxismo o dar luz verde al ingreso en la OTAN.
     Luego, hay precedentes.

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