miércoles, 1 de junio de 2016

UN CAMBIO, ¿PERO CUÁL?

     Al espigar en los proyectos o promesas de las cuatro fuerzas políticas de ámbito nacional deseosas de gobernar España, todas coinciden -con mayor o menor entusiasmo- en darle un meneo a la Constitución de 1978.
     Todas las fuerzas parecen estar conformes en que este cambio o reforma debe estar precedido de un gran consenso. Digo parecen y, sin embargo, nunca han estado los ánimos menos dispuestos a consensuar, siquiera un mínimo de  reglas de cortesía para discrepar sin caer en el ataque ad hóminem.
     Los líderes de PODEMOS se prometieron un nuevo período constituyente para que triunfara -era de esperar- su ideario, algo posible si alcanzan una victoria electoral con mayoría absoluta y,  luego sumasen  los votos correspondientes a los partidos secesionistas a cambio del derecho a decidir.
     En el PSOE se las prometen felices si llega a triunfar su idea federalista -aún pendiente de explicación- con la que esperan sosegar los ánimos independentistas de los nacionalismos
catalanes y  vascos, sin que dieran garantías a este propósito.
     El núcleo  directivo de CIUDADANOS quiere una reforma constitucional, entre otras razones, para acabar con los privilegios de ciertas Comunidades Autónomas y que todas ellas gocen de los mismos derechos y obligaciones.
     Y el PP, no mostraba gran interés por la reforma Constitucional, aunque se manifestó  dispuesto a debatirla siempre que se negociara bajo el paraguas del consenso.
     La lucha electoral ha sido tan crispada,  tan pringada en el insulto y en el desprecio personal entre líderes, como negativa para emprender la tarea reformista por consenso.
     No quiero caer en especulaciones pero,  como ya dije, no  veo imposible que el PSOE, si  perdiera electoralmente hegemonía, acabase proponiendo su ayuda a las fuerzas de izquierda radical para aprobar una nueva Constitución. Tampoco ha de parecernos imposible que en la forja de ese cambio constitucional profundo, contaran  con el apoyo del voto nacionalista.
     El Sr. Sánchez es un perdedor nato (como ya se ha visto) y de él se puede esperar cualquier cosa con tal de difuminar su derrota.
   




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