sábado, 25 de junio de 2016

UN VOTO DIVIDIDO EN UNA ESPAÑA QUE CRUJE

     No parece que las elecciones de mañana, (26/06/2016), puedan darnos una sorpresa. Es posible que los resultados sean parecidos a los del 15 de diciembre, con  una diferencia: que el segundo partido más votado -según algunas encuestas- sea PODEMOS y no el PSOE. En este caso, (aún dudoso) el segundo lìder llamado  a formar gobierno sería el social demócrata don Pablo Iglesias, que interpretaría este papel dejando sin protagonismo al también social demócrata don Pedro Sánchez.
     El que con más firmeza ha prometido mantenerse fiel a su programa ha sido el PSOE, que no ha dejado rendija alguna para negociar con PODEMOS, si ellos, socialistas,  triunfasen en la pelea que tienen pendiente. Esto no quiere decir nada, puesto que si PODEMOS ganara, según lo han anunciado con reiteración, están predispuestos a pactar con el PSOE para formar gobierno conjuntamente.  Los populistas socialdemócratas, dominan el juego de cintura y estarían preparados para formar parte de un gobierno compartido,  que se ponga a sus órdenes,  aunque fuera presidido por alguien del PSOE; se entiende que,  estos últimos estarían dispuestos a sacrificarse.  No olvidemos que la,política es el arte de lo posible.
     ¿Y que hará el PP supuesto ganador de estas elecciones si las encuestas aciertan en sus profecías? Tiene, este partido un problema de difícil solución. Uno puede tener a todos en contra si alcanza el triunfo con mayoría  absoluta, pero es un mal negocio, estando en minoría,  aliarse con un enemigo acérrimo (intransigente, fanático, aferrado). Como es sabido, si  el PP llegara a un acuerdo con el PSOE, no desdeñaría a CIUDADANOS. La dificultad está en que,  sabiendo que es algo difícil o casi imposible,  ambos partidos pedirían la defenestración del señor Rajoy. Pero para que esto sucediera tendrían que sacrificarse en el altar de las buenas voluntades, tanto el Sr. Sánchez del PSOE, como el Sr. Rivera de CIUDADANOS y esto no se puede proponer ni en broma.
      Ya sólo nos queda formar un gobierno de concentración con reparto de carteras en proporción al número de votos obtenidos por cada partido, o convocar nuevas elecciones.
      Como comprenderán estamos ante una adivinanza, por ser muchos los llamados y pocos los elegidos. Eso sin contar con  que los resultados respondan a los càlculos de las  encuestas. La culpa la tiene mi abuela que en el año 1935, oliéndose la tostada de la guerra civil, me dijo muy seria: "No lo olvides nieto: Los errores y chapuzas, se pagan con caras facturas".
      Ya saben a quienes estoy aludiendo. Por eso no confío gran cosa en las encuestas.


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