lunes, 20 de junio de 2016

GASTOS E INGRESOS

     Si se analizan los programas o proyectos de los partidos de ámbito nacional en liza, ante las elecciones del día 26/06/16,  podemos clasificarlos en dos grupos: los que quieren resolver los problemas dando prioridad a la vía del gasto, y los que se inclinan hacia el crecimiento y dan preferencia a promover el aumento de los ingresos.
     En las campañas electorales, el solo recuento de las necesidades que sufren millones de personas, inducen a que los  votantes, como es lógico, se den por convencidos y otorguen el voto a los que -como sea- prometen remediar el mal generalizado; aunque fuere aumentando el gasto.
     Dado que el papel lo aguanta todo y el recuento de necesidades se puede concretar en una cifra (por ejemplo 60.000 millones de euros, según PODEMOS), sólo falta publicarla para hacer creer a los electores que la solución está la vista, si su voto se inclina en favor del que promete. De lo que no se habla es de cómo hacerse con los millones deseados, aunque se   diga de forma genérica que se impondrá  un alto impuesto a los más ricos, para luego repartir lo recaudado entre los pobres.
     Es todo tan lógico y tan convincente que millones de personas dan por buena la propuesta y al final votan, pero no aciertan. Los ricos se acaban pronto donde no hay clima propicio y sucede así porque unos ya no están y otros se han marchado. ¿Y quién paga los vidrios rotos? Los de siempre. ¡Adivinen quién aflojará el bolsillo para mal cumplir lo prometido!
     ¿Quiere esto decir que sus oponentes, los partidarios de aumentar los ingresos, van a crear la riqueza tal y como lo vienen prometiendo?  No lo sé, pero no me fiaría; pese a su  buena voluntad, las circunstancias pueden cambiar por los mil imponderables que condicionan el futuro de su propuesta.
      Entonces qué hacemos, ¿no votar?
      Tampoco es eso. Sólo quería dar a entender que el progreso de los pueblos  no depende tanto de los políticos,  como parece. Adviertan esta realidad: España lleva seis   meses con un gobierno en funciones; es decir que se limita a no estorbar. Pues bien, las estadísticas son positivas: se han creado puestos de trabajo y se ha mantenido un buen índice de crecimiento  económico.
      En realidad los paìses mejoran cuando la iniciativa privada -sin depender de la política- se mueve y los gobiernos no estorban, sino  que ayudan. Está demostrado que, para que un país funcione, si algo sobra son burócratas y políticos; son ya  demasiadas bocas  para la poca chicha que sale al mercado.
      ¿Regenerar? ¿Reformar? Digan  cómo. Lo demás llama a engaño. Porque lo único cierto es que cada cambio que se anuncia cuesta un ojo de la cara a los de siempre.
      ¡Y no hay tío pásame el río ni cristiano que  lo aguante!      





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