lunes, 29 de febrero de 2016

LAS VAPULEDADAS CLASES MEDIAS

     Entiendo por clases medias -con independencia de su nivel económico-  a las formadas por personas que han logrado un nivel  profesional y cultural  que les permite vivir con  cierta autonomía.
     La modernización de un país, viene dada por el número y la  formación educativa  de sus clases medias que, al fin, influyen decisivamente en el desarrollo de los pueblos.  A mayor número de familias integradas en las clases medias, mayor progreso. Esta es la realidad. No son los políticos los que generan progreso. Es la suma de iniciativas y esfuerzos de las clases medias -pese a los políticos- la que promueve el avance de los pueblos: su modernización, su bienestar. (Perdón por la insistencia)
     Los políticos alzan la bandera de su  protagonismo y presumen de progresistas, cuando resulta que todo su progresismo cabe en una mochila cargada de vulgaridades. Los progresistas de un país no son los que,  metidos en las zarandajas de la polìtica, pierden el tiempo hablando de reformas que sólo conducen a derogar una ley que les molesta.
     El progreso es avance, es perfeccionamiento, es desarrollo. Es algo que llega a los países -curiosamente- cuando aumenta la masa de las clases medias y no cuando los políticos se suben al campanario de las televisiones para pregonar fantasmadas.
     ¿Cómo va a progresar España si las clases medias son las más castigadas por los políticos aunque éstos presuman de lo contrario? ¿O no? ¿Quién aporta más por los dos impuestos básicos (Renta e IVA) y con menos costo,  para el erario público?
      Vean la reforma pactada entre dos fuerzas políticas con visos de reforma  progresista. Analicen los efectos de sus cambios laborales y fiscales. ¿Quiénes los  pagarán?  Las clases medias, sin duda. Estoy a favor de  la justicia social, de prestar asistencia, manutención y techo a los necesitados de solidaridad y apoyo. Pero una cosa son los fines y otra los medios para alcanzarlos. La poca imaginación de nuestros políticos, no hará sino aumentar el censo de los necesitados.
       Hablan de la reforma de la enseñanza. ¿Pero que reforma puede venir de una enseñanza intervenida y doctrinaria sometida íntegramente al presupuesto o a las subvenciones públicas? 
La enseñanza, básicamente, es cosa de maestros  y de  padres. Es decir que en un paìs moderno  y progresista, el peso de la enseñanza debe recaer  en los maestros en connivencia con los padres preocupados por la instrucción de sus vástagos. Y si no están preocupados, lo mejor y más progresista sería mandarlos de nuevo a la escuela. Al Estado, en sus distintos grados, a cambio de la ayudas que debe prestar a la enseñanza, se le reserva el papel de la inspección, para que nadie se desmande. Pero para progresar hay que dejar paso a la libertad y a la competencia entre escuelas. Es ley de vida.Donde no hay competencia hay decadencia. 
     No he visto  políticos mas inmaduros que las últimas camadas cargadas y cagadas de suficiencia, pero nada más. ¡Dios nos asista!
      





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