sábado, 27 de febrero de 2016

UNA DERECHA VERGONZANTE

     El vocablo vergonzante (referido al que tiene vergüenza) tenía entre españoles un matiz muy específico cuando se referìa a los pobres: el pobre vergonzante, como sujeto que sufría la pobreza,  se sentía avergonzado de sus carencias y trataba de disimular su situación.  Esto mismo ocurre con las derechas: sienten vergüenza de serlo, sobre todo si se las encuadra dentro de la derecha netamente española: la derecha nacionalista vasca  todavía mantiene su orgullo. Veremos cuanto dura.
     Esto también pasó con los curas. En territorios como el vasco las familias se sentían orgullosas de las vocaciones religiosas surgidas en su seno. Ya no sucede así. Desde que los curas abandonaron el latín y suprimieron la teja y la sotana, es decir sus distintivos, los jerifes del clero, decadente en número, creyeron haber puesto remedio al descenso de vocaciones. Pues no: sucedió  todo lo contrario.
     Creo sinceramente que la derecha española tiene sobradas razones para estar avergonzada de sus guías (de curas no entiendo, doctores tiene la Iglesia que sabrán responder);  es decir  cansada de ser una derecha vergonzante;  muy cansada de votar y votar para que todo siga igual.
     Los  hechos hablan y están presentes para quienes quieran verlos: en cinco votaciones sucesivas, el partido más significativo del que llaman centro derecha (derecha vergonzante) ha ido perdiendo votantes sin que los políticos, conscientes de ello, se hayan dignado registrar el hecho y cambiar de rumbo. Les falla el instinto de conservación de la especie, al que suelen acogerse hasta los bueyes de mi pueblo a pesar de estar capados.
     Las elecciones -si no cambian las cosas- están a caer. Que ustedes lo vean. Y de paso tomen nota por si advierten cambios. Algo así como una purificación de hábitos y un arrepentimiento  visceral para que no sea un vasco de derechas el que saque a relucir sus glándulas seminíferas para hablar de hartazgo.
     Si esos cambios no se dieran, cambien ustedes. ¡No están los tiempos para pasar vergüenzas por culpas ajenas!




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