jueves, 4 de febrero de 2016

PROGRESISMO DE PANDERETA

     Mi abuela materna, maestra bilingüe (vascuence y español) me hablaba de política - no se por qué, yo tendría unos diez años- y se refería mucho al progresismo  vivido en su juventud, en tiempos de la I República. Como pueden comprobar las ideas del Sr. Sánchez, aspirante a gobernarnos, cargadas de progresismo,   son más viejas que una jofaina.  Mi abuelita me decía, más o menos, que el progresismo iba unido al grado de riqueza  de cada pueblo y que la riqueza se alcanzaba antes y mejor por los países cultos que por los incultos. Y remataba: "dado que  España -se refería a su época- está llena de analfabetos, este país malamente puede progresar".
      Me van a decir que el progresismo sanchesco de nuestros días, va unido a una reforma educativa, una más entre muchas que,  como se viene demostrando, son de pobres resultados. Estamos a la cola, entre los países de la OCDE (según los informes PISA) y siendo así no hay progreso que valga; a no ser que llamemos así a la cultura del botellón.
     Culturalmente se progresa no gracias  a las leyes, sino mediante el cultivo de la voluntad de estudio de cada uno, con la ayuda de muy buenos y sacrificados maestros. A los buenos y sacrificados maestros hay que elegirlos,   formarlos, darles prestigio y pagarles bien,  y esto no cuenta en los planes educativos de Pedro Sánchez y compañeros, mártires  de la vulgaridad más sonora que conocieron los tiempos.
     La enseñanza y el progreso no pueden ser doctrinarios. En España,  la enseñanza ha sido y es un medio de conquistar voluntades en favor de la secta política (o religiosa) que aspira a dominar o ejercer el poder, y los socialistas están entre ellos: a eso le llaman progreso y todavía hay incautos que pican sin descubrir que lo es de pandereta.
     En España, progresaremos el dia que se imponga la libertad de enseñanza, sea esta pública o privada, donde las escuelas puedan competir y los padres elegir la que más les convenga. Hay una sistema de subvencionarlas: el cheque escolar.
      Les aseguro que estas enseñanzas propias de mi abuela,  datan del año de 1932, cuando me iniciaba en la secundaria. Desde entonces, ninguno de  los Ministros de educación  que se sucedieron en el cargo, ha tenido el valor ni la ocurrencia de poner en práctica, en España,  la libertad de enseñanza. No tendríamos a los políticos prometiendo banalidades ni a los ciudadanos tomándolas en serio.
     El progreso -no sólo el material- nunca llega a los países desasistidos del poder cultural.

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