Me gusta la política por lo que tiene de crucigrama pero al mismo tiempo sé que soy un fracasado, precisamente por no entender a los políticos. Es decir: no capto sus intenciones y me vuelvo destructivo. Y consciente de mi deriva, una vez que toco tierra, siento espanto. Si los políticos, tampoco se entienden... ¿qué va a ser de mí, de nosotros, de los españoles?
- ¿Cómo arreglaría usted ésto? (Pregunté a un perplejo compañero de barra tomando un café)
- Dándoles carretera y manta.
- ¿A todos?
- Con media docena bastaría; uno de cada bando.
No les extrañe que -dadas mis manías- saliera de aquel establecimiento decepcionado, pese a lo cual no renunciaba a contemplar la política española con delectación masoquista. Esto no hay dios que lo arregle y si me veo obligado a esquematizar es porque me tienta el humor.
Clasifico a los políticos -como a los insectos- en dos grandes sectas: la compuesta por partidarios de aumentar el sector pùblico, frente a la integrada por quienes son forofos del sector privado.
Los primeros, envilecen la economía para igualarnos a todos en pobreza. Los segundos, envilecen la política para que los ricos sean más ricos, y los pobres más pobres. Y todos juntos, si te descuidas te limpian hasta el forro.
Los partidarios del sector público, al ser votados para solucionar los problemas, proyectan sacar la pasta a los ricos para dárselo a los pobres, siempre que los primeros no se den a la huida. Si se escapan -lo más seguro- es cargar el muerto a las sufridas clases medias.
Los partidarios del sector privado, proyectan reducir las nóminas oficiales, suprimir el gasto en subsidios disuasores del empuje creador y las becas de los que van a clase pero no se esfuerzan en aprender; estas ideas y otras por el estilo parecen buenas, aunque bien cierto es que las nóminas oficiales crecen cada año que pasa.
Podrían ponerse de acuerdo los de ambos bandos, mitad y mitad, pero no se entienden entre ellos porque no nos quieren. Se quieren a sí mismos. Lo importante -para ellos- no es gobernarnos, sino subirse al tíovivo del poder y dejar resueltos sus problemas familiares.
No sè. No acabo de resolver el crucigrama. Con lo fácil que parece: las hay de sardinas, de cinco letras y termina en "atas"; ¡y no doy con la letra que falta!
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