martes, 2 de febrero de 2016

EL VOTO DEL MIEDO

     Parece aventurado pronosticar que en España, antes del verano seremos convocados para participar en unas nuevas elecciones. Aventurado, cierto, pero nadie impide  imaginar qué futuro nos espera  tras esta probable llamada a las urnas. El resultado tendrà su eco, sobre todo, entre los países de la Unión Europea.
     No olvidemos que la Europa unida mira con toda atención la evolución política y social de las naciones que la integran. Y desde esta Europa se preparan ante el futuro incierto que prevén los expertos politólogos para España.
     A esta Europa le causó asombro que el  PP -sobre  el que había caído el desprestigio, a fuerza de airearle los latrocinios puestos en práctica por un selecto número de sus jerifaltes- ganara las elecciones del 2015. Fue un voto emitido sin calor, un voto calculado y triste; el voto del miedo a que llegaran a gobernar de nuevo los  socialistas  ya que, en dos ocasiones anteriores, habían dejado la economía española hecha unos zorros.
     Un voto tan poco entusiasta como inseguro, porque el PP de las últimas hornadas no está dotado del don de la oportunidad; aquello de "más vale llegar a tiempo que rondar un año" no le va al PP de nuestras desdichas y, para más fastidio, se le reventó el grano podrido que tenía en sus posaderas la C.A. de Valencia,  por donde más daño causaba a sus compañeros del alma de toda España.
     Como el miedo sigue ahí,  y como  el sistema electoral español fue concebido para que  funcionara el bipartidismo, si hay elecciones tendremos, muy probablemente, dos perdedores: el PP y el PSOE y dos ganadores PODEMOS Y CIUDADANOS, que se repartirán la merienda de siempre.
     No hace falta ser muy sagaz para ver que PODEMOS está ya en campaña electoral. ¿Por qué? Sin duda,  porque sus líderes saben que un Gobierno socialista pactado con partidos de mil leches, frente al PP con 122 votos y mayorìa absoluta en el Senado, llega a ser menos armònico que, y tan irritante como, el canto de un grillo. Y por ende ineficaz y lamentoso; como para echarse a llorar. Ese gobierno tendría corto recorrido.
     El PP, dado al sosiego hasta que la  desgracia se le viene encima, tendría que refundarse, pero ya no será el poderoso imán del bandidaje más carroñero que conocieron los siglos. Es un desgracia, pero las reclamaciones al maestro armero.
     Como se verá el idioma español está lleno de frases hechas porque nada hay nuevo bajo el sol. ¡Es un alivio!


   


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