sábado, 20 de febrero de 2016

ESPAÑA Y SU SISTEMA AUTONÓMICO

     El ochenta por ciento de la información que llega a los españoles en los diarios de noticias es emotiva y en muchos casos morbosa. Y por añadidura esas emisiones  son en gran número sectarias.
     A veces aparece un benigno sociólogo, o un economista, o un político con sentido común que  nos dicen y demuestran: "España no puede  sostener el sistema autonómico que se estrenó gracias a la Constitución de 1978".
     Los españoles no pueden pagarse ese lujo y, entre éste y otros excesos, no debe extrañarnos que la deuda vaya en aumento y supere todas las previsiones puestas en mano de  expertos.
     Esta realidad no tiene responsables con nombre y apellidos. Es un mal generalizado, endémico. No pudiendo echar la culpa a nadie, los informadores se desentienden del tema; no tiene morbo.Tampoco se dan llamadas de alerta, como demanda una futura  catástrofe. Cuando alguien patine, si  si se encuentra  una persona responsable a la  que cargarle el muerto, (sobre todo  si es de derechas), será otra cosa.
      Se habla esta temporada de cambios y ¿cómo no? de reformar la Constitución,  como si la solución estuviera en los textos legales. Con los que hoy existen, si hubiera buena voluntad y funcionaran las muchedumbres por convicción - y no por imposición, aunque otra cosa nos prediquen- tendríamos ya en marcha  unos principios de austeridad y otros de racionalidad y el problema autonómico controlado; y tendría arreglo, no de la noche a la mañana, pero sí a medio plazo.
       No puede negarse que el PSOE ha puesto de actualidad  la idea del  federalismo,  como  solución rápida e indolora para los males y trastornos autonómicos; pero no está clara la cosa, puesto que nunca explicitan qué tipo de federalismo proyectan ni si ha merecido su aceptación en los territorios con tendencias separatistas.
       El federalismo sería un sistema inútil si no cumpliera el  principio de racionalidad que le falta al sistema autonómico español. Podría suponer, el nuevo sistema, que algunas autonomías resultaren incapaces para cargar, por ejemplo,  con el peso de la sanidad o con el de la enseñanza, cuando además se pretende por las izquierdas  que esos servicios se presten por el sector público y se amplíen en favor de todo el que pase por aquí. ¿De donde se saca? ¿Más deuda?
        El día en que el pueblo español (incluidos catalanes y vascos) entiendan mayoritariamente de números y tomaran conciencia de cómo nuestros políticos, salvo contadas excepciones, derrochan lo que se aporta entre todos, empezarían a cambiar de veras las cosas, sin tocar la legislación vigente que ahora se cumple tarde y mal por un amplio sector de españoles y por muchos forasteros que descubrieron la mina.
         Los españoles somos muy listos pero nos arman la, ratonera con queso. Así nos cazan con las botas puestas. Antes de votar, mire usted la trampa.¡En legítima defensa!












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