martes, 1 de septiembre de 2015

DIVAGACIONES DESDE VASCONIA XL

       ¿QUIÉN, DE VERDAD, DA TRABAJO?.- Vamos con un ejemplo sencillo, que se pueda extrapolar a distintos países con distinto  nivel de vida. Se trata de colocar a una persona para  que  cuide a otra imposibilitada a causa de su edad.
        En un pueblo  pobre, tercermundista, no existe ese puesto de trabajo. La pobreza impide a los particulares pagarse ese servicio  y el sector público tampoco suele tener medios para dar esas prestaciones.
        En una nación a medio camino, pueden permitirse, parcialmente, atender estas demandas desde el sector público,  bien otorgando ayudas para que los particulares asuman el pago de estas prestaciones o mediante el servicio oficial propio, con personal a su cargo . Para eso la nación necesita consignar las partidas de gasto correspondiente en los Presupuestos públicos y, claro está, contar con una sociedad pudiente que pueda soportar esa carga. Si no hay fondos no hay empleos, salvo que sean precarios y de corta duración.
       En un tercer caso, el de un país rico porque los son sus habitantes, estos trabajos se contratan directamente  por los interesados o su familias. Los elegidos para estas tareas las aceptan porque no tienen donde elegir; por lo general suelen ser emigrantes.
       Nosotros, los españoles, estamos en el segundo caso de los tres casos citados: una nación a medio camino, con muchas cargas que atender, constituida por una sociedad poco propensa al ahorro,  de escasa y escaldada iniciativa privada, con una deuda  alta en fase creciente, donde la corrupción funciona como elemento disuasorio de  toda iniciativa honestamente concebida.
      En estas condiciones, las de  España, los  que discurren  se fían poco de las promesas políticas, por la cuenta que tiene. Cuando les hablan de cambio, salta para ellos la señal de alerta. Para que algo pueda cambiar, han de hacerlo antes las personas aspirantes al ejercicio  del poder, cosa que no es fácil de conseguir. Pero, ¿no se han dado cuenta? . ¡Vienen , otros, los nuevos con grandes promesas!       Sí, ciertamente: grandes promesas pero pobres realidades. Ya lo estamos viendo. Por lo que se aprecia, apuntan maneras: las mismas con distintos collares.
      Como siempre: votarán al menos malo. Pero no será  fácil crear trabajo que no sea precario, gane quien  gane las próximas elecciones.
 

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