lunes, 14 de septiembre de 2015

DIVAGACIONES DESDE VASCONIA LI

     LAS MULTITUDES Y  LA POLÍTICA.- Es indudable que un gran movimiento de masas actúa electoralmente en favor de quienes suscitan la  movilización. Y, además, las multitudes contagian su entusiasmo a muchos indecisos y atemorizan a las bases de quienes mantienen ideas políticas distintas a las muchedumbres que se manifiestan en público.
     En el fondo,  las manifestaciones multitudinarias,  de signo político, están orientadas a dar celeridad a un proceso de cambio, pasando por encima de los inconvenientes o desgracias que pueden derivar del mismo.
     Entre los recuerdos de mi infancia entreveo, en fotografías publicadas en diarios y revistas de la época,  las muchedumbres que festejaron en las grandes ciudades la llegada de la II República. Poco más tarde, divulgadas por el cine sonoro, se conocieron las manifestaciones multitudinarias de los alemanes en loor de Hitler; fueron apoteósicas.  Otro tanto pasaba en la Italia de Mussolini. Luego llegaron las concentraciones callejeras franquistas. Y las celebraciones de la victoria aliada... ¿Y qué?
     Los cambios no  llegaron  gracias a la opinión de la calle. Vinieron por las decisiones de unas minorías influyentes cuyas opiniones no coincidieron,  precisamente,  con  las de quienes lucieron sus entusiasmos callejeros pródigos en banderas, himnos, lemas y otros signos externos con los que animar la procesión.
     La pregunta es ésta: ¿Qué minoría maneja los hilos de la jarana callejera en Cataluña? ¿Y a qué minoría no le conviene? Esto no impide el triunfo inmediato de los unos, pero indica por donde irá al final el cambio.
     La UE es  mucha Europa y la secesión catalana no  favorece a esas minorías que las forjaron;   porque la movilización proyectada al exterior obedece y coincide con ideas que fueron amortizadas tras la II Guerra Mundial y parten de una minoría muy corrompida.
     El paso del tiempo nos lo dirá.

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