lunes, 7 de septiembre de 2015

DIVAGACIONES DESDE VASCONIA XLV

     LA CONFUSA OFERTA SOCIALISTA.- Desde los primeros años de la democracia la oferta política en España respondía a criterios claros y bien diferenciados.
     Según el modelo de sociedad  unos partidos eran liberales  o social demócratas, ambos moderados, en tanto otros se inclinaban por la izquierda o la derecha  más radicalizadas con ideas minoritariamente aceptadas por los electores.
     Según el modelo de Estado, se constituyó la España democrática como una monarquía constitucional autonomista, pero siempre existieron partidos con encastes  republicanos, de una parte, e independentistas de otra: sostenían, estos últimos, que España era una nación de naciones y  para ser justos era necesario modificar la Constitución para adaptarla a  esta realidad.
     Así hemos llegado a tener en nuestros días partidos políticos conservadores, social.demócratas y populistas y, además,  unitarios, federalistas o  secesionistas. Todo ello sobrenadando en un magma que sirve de soporte a las más pintorescas ideas.
.    Procede  llamar la atención  sobre el entreverado modo de opinar de los  que ansían un cambio del modelo de sociedad  ligado a  sus afanes secesionistas que implican, a su vez  un cambio del modelo de Estado.. Por eso hay partidos nacionalistas regionales enfrentados a otros de ámbito estatal de su misma cuerda; y extrañas alianzas entre derechas e izquierdas, dentro de las demarcaciones donde han arraigado las tesis separatistas.
     En estas circunstancias un político bisoño, el socialista Pedro Sánchez, se manifiesta y pregona una solución mágica: un federalismo igualitario que reconozca la singularidades de Cataluña.  Es decir, todos iguales pero afirmando y sosteniendo aquello que nos distingue y separa. Algo así como la cuadratura del, círculo. Porque lo que es bueno para Cataluña, no hay por  qué negárselo a los demás.
     Pero ¿qué singularidades hay que reconocer y recuperar para Cataluña? ¿Y por qué no reconocer las singularidades propias de Andalucía, de Asturias, de Castilla-León y de todos los demás territorios autonómicos, para cultivarlas, dedicarles especial atención y el dinero que, como siempre, lo aporta el sufrido contribuyente?        
     Podría  decirse, en punto a singularidades, que la propuesta del Sr, Sánchez para Cataluña es retardatoria (solución a largo plazo por el efecto llamada; nadie quiere tener menos que un catalán)  y a la vez ingenua, enfermiza e infantil por partir de un error que despertaría la reivindicación de un conjunto de derechos y la aparición de problemas tendentes a disolver la unión de siglos, que es lo que se supone busca el secesionismo catalán.
     Y lo peor del caso es que el Sr.Sánchez, con un desparpajo  circense, toma  a los españoles por niños a los que se puede engatusar, sabiendo (como es  obligado saber  por todo el que se dedique a la política) que si toca una tecla  hará que suenen todas las del piano.
     ¡Qué más quieren los secesionistas  de cualquier índole!
 


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