viernes, 18 de septiembre de 2015

DIVAGACIONES DESDE VASCONIA LV


     LOS POLÍTICOS DESPISTADOS.- A los partidos políticos -que son de todos  pero al mismo tiempo no son de nadie- acuden para dirigirlos  nobles discretos varones y dignas  ilustres damas, con el loable fin de ayudar a la gobernación del país en beneficio del pueblo. Pero, al mismo tiempo y como haciéndonos un favor, concurren los mejores descuideros del reino, que no saben o no quieren pelear "por los comunes provechos" ni  dejar a un lado los particulares. Entre ellos han corrompido y desprestigiado a la política. Y esto, ha de acabar -sine qua non-  para que los electores los crean.
     Dicho lo dicho, tal y como nos hacen las ofertas de felicidad  los  distintos partidos, me atrevo a distinguir tres o cuatro tendencias básicas: la extrema derecha (todo por la Patria), la derecha moderada o centro derecha (cuanto menos Gobierno más dinero en el bolsillo de los particulares), la social-democracia (aumento del sector público para crear más trabajo y fomentar el consumo) y la extrema izquierda (que tiende al control de los mercados y a la nacionalización de empresas privadas)
     Entreverados con estos partidos que se afanan por crear  distintos modelos de sociedad, están los separatistas que quieren fundar un nuevo Estado en su territorio, porque  piensan ("lo pequeño es bello") que  vendiendo bien su belleza y calidad,  sus habitantes (instruidos e industriosos, menos de lo que creen)) pueden darse niveles de vida muy altos. (Caso de Suiza). Lo cual está por demostrar.
     Pero han de reconocerse dos realidades: en nuestros días los  únicos (salvo contadas excepciones) que despiertan el entusiasmo de las masas son los separatistas, capaces de movilizar a sus gentes por centenas de millares; el separatismo funciona como una religión, que promete el cielo, y ningún otro partido, ni  los populistas de extrema izquierda, llegan a tanto como logra el fervor separatista.
    Todo el éxito multitudinario separatista empieza en la escuela y continua en la familia. Estamos ante una política del genero sentimental patriótico. Para combatirlo se necesita, del mismo modo contar con escuelas y familias. Y un ideal sentimental, no de la patria tradicional, sino de la Patria  Europa. Lo malo es que los políticos europeistas aparecen  lejanos, no están  a  pie de calle, como sucede con los nacionalistas comarcanos.
    Ya les diré por qué.

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