jueves, 10 de septiembre de 2015

DIVAGACIONES DESDE VASCONIA XLVIII

      LA CASA DE TÓCAME ROQUE.- No se puede pasar desde un país fuertemente centralizado, como  estaba  España antes de implantar el sistema actual, ahora  autonómico, sin haber organizado y regulado en jerarquías justas y equitativas, las competencias  de los distintos poderes: el central, el  autonómico y el municipal, por lo menos.
      Hoy, tal y como está regulado el régimen competencial, asombra saber que  un ayuntamiento decreta, por ejemplo, la creación  de un nuevo impuesto, para lo que carece de competencias, o  decide la remuneración del alcalde y otros jerarcas con sueldos superiores a los que la ley otorga al Jefe del Gobierno. ¡Y no pasa nada!
      Cuando recuerdo los episodios de la desgraciada guerra civil española,  veo a pocos historiadores reflexionar sobre aquella España de los años treinta que, entre todos, habíamos convertido en la "casa de tócame Roque", casa que existió, por cierto, con unos ochenta vecinos donde todos mandaban y   ninguno obedecía.
      ¿Quién ganó una guerra que en realidad la perdimos todos? La ganó quien  antes jerarquizó el
poder. Es un tema  para meditar, pero si llegan a ganar los que perdieron, la República del proletariado, habría sido por haberse jerarquizado a tiempo,  cosa que no hicieron. Y, adviértase: ese triunfo de un poder jerarquizado sin control (el poder convertido en "mando") habría dado pie tras la victoria, a otra dictadura, esta de signo marxista.
      La jerarquía ha de estar reglada  democráticamente.  Para eso se aprobó la Constitución que algunos  jerarcas autonómicos se la pasan por el forro de sus caprichos. Y cuando esto sucede una y otra vez -diga el ministro del ramo lo que quiera- un clamor popular suele pedir la intervención de la  jerarquía mejor organizada,  que viene a ser el ejército. ¿Para qué? Para volver a empezar de nuevo.
      ¡Ya es triste!




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